Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

El entierro de la sardina

Triste espectáculo, protagonizado por R. Zapatero, afirmando que la lucha contra el terrorismo era la prioridad de su Gobierno y al mismo tiempo ordenando la retirada de nuestras tropas en Irak. O sea, su deserción de la lucha contra el terrorismo. Porque estamos en guerra, señores, y bien sabido es que no se trata de una guerra clásica, con frentes, ofensivas y trincheras, con armisticios y hasta firmas de paz.

Oí por primera vez el nombre de Zapatero, así, a secas, por los años noventa, a finales del reino de los Taifas de Felipe González, en un restaurante próximo a las Cortes, adónde nos había invitado Juby. Presentes en ese almuerzo, un ex ministro, su esposa Colette Leloup, Nina y yo, y claro nuestra anfitriona, Juby. En el curso de una conversación deshilvanada y sin el menor interés, me di cuenta de que el ex ministro repetía en voz baja, dirigiéndose a Juby: “¡Ese cabrón no me saluda! ¡Ese cabrón no quiere saludarme!” Y Juby, en su papel de casco azul de la ONU, intentaba tranquilizarle: “Si no te ha visto. ¿No ves como está enfrascado en una discusión?” “No, repetía el ex ministro, me ha visto, claro que me ha visto, pero ese hijo de puta no quiere saludarme”. Lógicamente intrigado, pregunté: “¿De quién estáis hablando?” “De Zapatero”. Así, a secas “¿Zapatero? —me extrañé—: ¿Qué es eso, o quién es ese?” “Es un joven diputado socialista, muy ambicioso, y se niega a saludarme ¡ese cabrón!” “Pues claro, dije, siempre amable y bondadoso, te han echado del Gobierno, ¿cómo va a saludarte?” Desde entonces, ese diputado tan ambicioso se ha hecho con el PSOE, y luego con el Gobierno de España, pero se le sigue llamando Zapatero, a secas. Y el ex ministro, que con tanta angustia esperaba inútilmente un saludo, se ha precipitado a saludarle él obsequiosamente, como así se lo merece el nuevo líder.
 
En las innumerables fotos que adornan su victoria, me llamó la atención una, en la que se veía a Rodríguez Z. dirigiéndose a la tribuna, en una reunión del PSOE, todos los presentes aplaudían fervorosamente al vencedor, salvo uno, Alfonso Guerra, sentado en primera fila, y que le miraba con tanto odio como desprecio. Buena parte de la historia del actual PSOE se resumía en esa foto. Pero dejemos los detalles humorísticos para constatar que la victoria del PSOE es un desastre. Quien ha seguido, por televisión, el debate de investidura en las Cortes, y constatado que el representante de ERC, esos locos con un puñado de electores, hablaba como si Cataluña ya fuera una república soviética que va a conquistar España primero, Europa después, quien ha escuchado los sofismas de Rodríguez Z. afirmando que la Constitución, sí, pero.., que los estatutos de autonomía, desde luego, aunque.., que no era “centralista”, sin embargo.., un “ni chicha, ni limoná” pero que le doten, que anuncia gigantescos chaparrones y naufragios mil.
 
Se ha querido exaltar la paridad: tantas ministras como ministros, pero esta concepción aritmética de la política no sólo es infantil, además no se ha cumplido, como hay más mujeres que hombres, las ministras hubieran debido ser más. Ya habrá ocasión de analizar cada una de las catástrofes anunciadas, pero ya está previsto un despilfarro generalizado de subvenciones “sociales” y de limosnas de izquierda, y apenas en funciones, Pedro Solbes anuncia un déficit. Pero que las masas se tranquilicen, será un déficit de izquierda. Todo lo logrado en materia económica por el Gobierno anterior se va a ir al carajo, pagaremos más impuestos y habrá más paro. En este sentido, creo que nadie esperaba de este Gobierno socialburócrata, que tomara medidas de sentido común, como la de suprimir a rajatabla todas las subvenciones a esas ONG que, con disfraces humanistas, acción contra el hambre, y mil más, o ecologistas, o lo que sea, constituyen una tapadera para trampas y desfalcos, y oficinas subversivas que preparan la “revolución mundial”; así como las cuantiosas subvenciones a imanes radicales, que predican la “guerra santa” y la lapidación de las mujeres, basadas en su eterna servidumbre proclamada por el Corán.
 
Esto, que ni el PP se atrevió a hacer, no sólo no se hará ahora, sino que como los panes y los peces, se multiplicará en detrimento de los trabajadores que producen de verdad y pagan sus impuestos para que se siga subvencionando a esos cantamañanas cuando no cosas peores. Éste es un escándalo que nadie denuncia y aun menos los partidos y sindicatos, asimismo subvencionados contra nuestra voluntad y con nuestro dinero. Pero, claro, lo peor es la cobardía, el miedo que se volcó tras los atentados de Atocha para que triunfara quien proponía “la paz” y que cumple, retirando nuestras pocas tropas de Irak, para complacer a los terroristas islámicos y a la derecha francesa (en este caso también a la izquierda).
 
Triste espectáculo, protagonizado por R. Zapatero, afirmando que la lucha contra el terrorismo era la prioridad de su Gobierno y al mismo tiempo ordenando la retirada de nuestras tropas en Irak. O sea, su deserción de la lucha contra el terrorismo. Porque estamos en guerra, señores, y bien sabido es que no se trata de una guerra clásica, con frentes, ofensivas y trincheras, con armisticios y hasta firmas de paz, es una guerra total, una guerra “santa”, que transcurre tanto en Atocha, como en Casablanca, tanto en Europa, como en Filipinas, en los USA, como en Indonesia, y desde luego, en Afganistán, como en Irak. Que dicha guerra tenga diferentes aspectos, que en ella se mezcle el terrorismo, las guerrillas, como las intervenciones militares, no quita que es la misma guerra, y que no la hemos declarado nosotros, se trata de una guerra permanente, eterna, contra las democracias occidentales. O si se prefiere, contra la civilización occidental. Para mí es lo mismo, no creo que pueda hablarse de civilización, hoy, sin democracia, sin libertad, sin igualdad de derechos entre hombres y mujeres y otros principios que a duras penas hemos conquistado, y que están de nuevo en peligro.
 
Como era de esperar, la decisión de retirar nuestras tropas del frente ha sido aplaudida por amplios sectores de la opinión pública en España y fuera de España. Elegido gracias al tremendo susto de Atocha, no se le iba a increpar a Zapatero por llevar el miedo a la práctica y ordenar la deserción. Al revés, se le ovaciona, hasta los próximos atentados, al menos. Pero lo que ya hemos dicho, y nunca repetiremos lo suficiente, es que en esta crisis mundial son muchos quienes sueñan con permanecer neutros, no sólo el gobierno español, sino muchos más, y aún peor, también los hay quienes consideran que pueden aprovecharse de esta guerra para atacar a los USA. Cosas verdes mío Cid...
 
0
comentarios