Como en Hollywood, feudo demócrata, en Europa, muchos se hacen ilusiones con el dúo John Kerry/John Edwards, y los expertos consideran que la elección de Edwards como candidatos a la vicepresidencia es muy positiva, porque aportará a la campaña el don de gentes que, por lo visto, le falta a Kerry. Aparte de los islamistas, sus aliados “objetivos” de extrema izquierda y los soberanistas o ultranacionalistas europeos, todos los cuales opinan que, con los matices que se quiera, de todas formas, sea quien sea el presidente, los USA seguirán siendo el enemigo, el Gran Satanás, el odio antiyanqui se concentra en la persona de George W. Bush, cuya impopularidad es portentosa. No puedes abrir un periódico, mirar la tele, escuchar la radio, incluso en conversaciones privadas, te enfrentas con los más estrafalarios insultos contra el presidente norteamericano.
Me temo, es un decir, que los que creen que la victoria de Kerry, en noviembre, puede transformar sus miserables existencias y cambiar el mundo, convirtiéndolo en un pacífico paraíso, se llevarán un chasco. No lo digo solamente por su coincidencia con Bush en la defensa de Israel, que considero importante, sino también por las instituciones de la democracia norteamericana, y asimismo debido a las incoherencias y contradicciones del candidato Kerry, que impiden tener una visión clara de su actuación futura en caso de ser elegido. Siendo senador, votó a favor de la intervención en Irak, luego, de candidato, la consideró unas veces nefasta, otras, mal llevada a cabo, últimamente dijo que no se podía retirar apresuradamente las tropas de la coalición, teniendo en cuenta el caos iraquí. Que no se podía desertar, vaya, como ha hecho Zapatero. O sea, que ni yo ni nadie, y probablemente ni siquiera él, sabe a ciencia cierta qué hará John Kerry, si es elegido, al enfrentarse a una crisis como esta de Afganistán, de Irak, u otras previsibles en esta guerra contra el terrorismo, que tantos, siguiendo el ilustre ejemplo de los avestruces, prefieren ignorar.
Es precisamente la cuestión iraquí la que desata los odios y las peores críticas al presidente Bush. Pues yo, a contracorriente del vulgo, afirmaré tranquilamente que me parece ejemplar. Al haber heredado, además, de su padre y del bobo de Clinton, una situación imposible, porque después de que, en el primer acto de la guerra, Bush senior, reuniera una gigantesca coalición, y de lo más disparatada, contra Irak, que, claro, venció militarmente, llegando a las puertas de Bagdad, se rajaron, y entregaron las llaves de la villa al tirano Sadam Husein. Desde entonces, Irak vivía en un no man’s land jurídico, político y militar, bajo el “control” de la ONU, o sea, nada, que no impidió a Sadam masacrar impunemente a los chiítas, después de haberlo hecho con los kurdos. No se podía seguir así indefinidamente. Pues Bush, sus consejeros, sus mandos militares han realizado lo que habían anunciado: una intervención militar inteligentemente concebida y, por lo tanto, breve, una ocupación militar, limitada en el tiempo, una devolución paulatina del poder a las autoridades iraquíes designadas, en espera de elecciones: arresto y comparecencia del tirano Sadam Husein ante un tribunal iraquí, o sea, la “hoja de ruta” prevista. Dicho sea de paso, no me extraña, pero me indigna, que toda la prensa progre, empezando por El País, aplaudiera con tanto entusiasmo la imagen y las declaraciones del tirano Sadam Husein, declarando que el “criminal de guerra” no era él, sino Bush. Francamente ¿qué es lo que podía decir, si no?
Han realizado, por lo tanto, todo lo previsto y anunciado, pero, claro, con situaciones imprevistas, porque nunca se puede prever todo en una guerra. Porque si casi nadie defendió la tiranía iraquí, el terrorismo, apoyado por países vecinos, como Irán y Siria, y las redes islámicas, ha estallado en Irak, en donde todas las facciones religiosas, políticas y “tribales”, han entablado una lucha a muerte por el poder, y en esta óptica, también guerrean contra las “tropas de ocupación”. Se ha dicho que la intervención militar en Irak era “ilegal” porque no tenía el aval de la ONU. Cabe preguntarse ¿qué es y ha sido la ONU, para resolver este tipo de problemas? Además, si fue cierto al comienzo, ya no lo es, la ONU participa a su manera, o sea inútil, y el Consejo de Seguridad, por ejemplo, ha votado, no hace mucho, y por unanimidad, las últimas propuestas anglonorteamericanas. Se ha dicho que la intervención militar era criminal, porque no existían “armas de destrucción masiva” en Irak. Pues la principal arma de destrucción masiva era la propia tiranía de Sadam Husein, como acaba de demostrarlo, una vez más, Tony Blair, frente a sus “muniqueses”, y esa tiranía ha sido vencida.
Recuerdo a todos los hipócritas, empezando por los franceses, que declaraban: “Evidentemente, no podemos lamentar el fin de esa tiranía. O la captura de Sadam Husein”. Pero ¿qué hicieron para que eso ocurriera? Otro tema de propaganda fue que Sadam Husein no formaba parte de Al Qaeda y que, por lo tanto, nada tenía que ver con el terrorismo. Pero si Irak, sin necesidad de que Ben Laden se acostara con Sadam, era un estado terrorista, no sólo en su territorio, sino también organizando y subvencionando a terroristas palestinos y grupos terroristas en Europa y otros lugares. De todas formas, no vale la pena discutir con esos fanáticos, que ya han condenado a Bush a muerte, y que pase lo que pase, siempre dirán, la culpa la tiene Bush, incluso cuando su mujer se va con otro.