Las tesis de los "supply-siders" se apoyan básicamente en la famosa "curva de Laffer". Esta curva muestra cómo a partir de cierto tipo impositivo se recauda menos de lo que se pretendía, porque al ser alta la presión fiscal muchos prefieren no ganar más u ocultar su dinero en paraísos fiscales y sociedades opacas.
Habrá quien piense que vender a los políticos la idea de que bajando los impuestos pueden recaudar más es todo menos liberal, y parte de razón no les faltará. Sin embargo, Wanniski fue capaz de criticar el Estado providencia porque atrapa a la sociedad en una red de aparente seguridad pero impide que maximice su bienestar. De hecho, la gente no recibe todo lo que le prometen los políticos, y además paga mucho más de lo necesario. Por todo eso se dilapida el capital necesario para que el progreso se expanda a todas las clases sociales. A pesar de ello, cabe cierto optimismo, porque no se puede engañar a la gente indefinidamente. Cuando los políticos fracasan, a la larga la sociedad empieza a darles la espalda, porque entiende que el Estado no es la solución a todos sus problemas.
Junto con la crítica a la voracidad fiscal, Wanniski se fijó en otro "impuesto oculto", la inflación. El "dinero barato" resultante de tipos bajos conducía directamente a la crisis económica, puesto que una borrachera de medios monetarios, antes o después, conlleva una resaca que se cobra empresas y empleos. Para evitar estas crisis, el autor de The way world works recomendó retornar al patrón oro.