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EN LA MUERTE DE JUDE WANNISKI

El artífice de la revolución de Reagan

Ha muerto uno de los pensadores más influyentes del siglo XX: Jude Wanniski. La suya fue una revolución pacífica, la de los “supply-siders” (economía de la oferta). Este grupo de economistas y politólogos planteó soluciones prácticas para desterrar las políticas pro gasto público que estaban arruinando la economía estadounidense. Y tuvieron tanto éxito en esta empresa que Ronald Reagan siguió sus recomendaciones.

Ha muerto uno de los pensadores más influyentes del siglo XX: Jude Wanniski. La suya fue una revolución pacífica, la de los “supply-siders” (economía de la oferta). Este grupo de economistas y politólogos planteó soluciones prácticas para desterrar las políticas pro gasto público que estaban arruinando la economía estadounidense. Y tuvieron tanto éxito en esta empresa que Ronald Reagan siguió sus recomendaciones.
Jude Wanniski.
Las tesis de los "supply-siders" se apoyan básicamente en la famosa "curva de Laffer". Esta curva muestra cómo a partir de cierto tipo impositivo se recauda menos de lo que se pretendía, porque al ser alta la presión fiscal muchos prefieren no ganar más u ocultar su dinero en paraísos fiscales y sociedades opacas.
 
Habrá quien piense que vender a los políticos la idea de que bajando los impuestos pueden recaudar más es todo menos liberal, y parte de razón no les faltará. Sin embargo, Wanniski fue capaz de criticar el Estado providencia porque atrapa a la sociedad en una red de aparente seguridad pero impide que maximice su bienestar. De hecho, la gente no recibe todo lo que le prometen los políticos, y además paga mucho más de lo necesario. Por todo eso se dilapida el capital necesario para que el progreso se expanda a todas las clases sociales. A pesar de ello, cabe cierto optimismo, porque no se puede engañar a la gente indefinidamente. Cuando los políticos fracasan, a la larga la sociedad empieza a darles la espalda, porque entiende que el Estado no es la solución a todos sus problemas.
 
Junto con la crítica a la voracidad fiscal, Wanniski se fijó en otro "impuesto oculto", la inflación. El "dinero barato" resultante de tipos bajos conducía directamente a la crisis económica, puesto que una borrachera de medios monetarios, antes o después, conlleva una resaca que se cobra empresas y empleos. Para evitar estas crisis, el autor de The way world works recomendó retornar al patrón oro.
 
Aunque sea una lástima haber perdido a un pensador que no tuvo reparos en luchar por la libertad hasta el final de sus días, parafraseando a Gabriel Celaya, nos queda su palabra. Pensemos en que, si imperara el espíritu de Wanniski, se estimularía el tan deseado progreso global. Soluciones como el tipo fijo en el Impuesto sobre la Renta, la privatización de servicios públicos y, en especial, de los planes de pensiones pueden ser los primeros pasos en la carrera hacia el bienestar para todos.
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