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CARTAS DE ULTRAMAR

El alfabeto de Borges

Hace diecisiete años, el 14 de junio de 1986, en Ginebra, Jorge Luis Borges dijo adiós a todos. Quiero recordarlo, hoy, a través de un testimonio personal algo curioso: porque se trata de un cuestionario que le propuse, hace muchos años, naturalmente, en su casa de Buenos Aires y que le gustó.

Consistía en elegir por cada letra del alfabeto una palabra a la que luego debía definir. Como si se tratara de un diccionario. Le interesó y, como veremos, por la “A” escogió “amor” y por la “B” eligió nada menos que su propio apellido. Así fue armando este alfabeto fantástico, aunque en verdad quedó incompleto, ya que el eterno candidato al Nobel se pasó por alto algunas letras. (Ya que estamos en este galardón, vale la pena recordar, entre paréntesis, un comentario mordaz que me hizo al respecto: “Yo creo que en general la Academia sueca tiene una especie de imparcialidad geográfica. Una vez le dieron el premio a un australiano porque era australiano. Mañana le darán el premio a un esquimal porque es esquimal. Y le darán el premio a un negro del Congo porque es un negro del Congo. Y ahí van, desparramando premios...”.

Como el abecedario me parece revelador de las sutilezas de su mente, así como de su proverbial buen humor, creo que vale la pena recordarlo a través de él, a tantos años de su ausencia de la espuma de los días, aunque sabemos que basta con abrir uno de sus libros, cualquiera de ellos, para que su voz nos siga hablando.

El alfabeto imaginado por Borges es éste.

Arte: El arte es un medio para transformar los hechos que, no sabemos por qué, llamamos realidad.

Borges: Una generosa invención de mucha gente.

Ceguera: Es un estado al que me he resignado sin patetismo.

Dios o dolor: Yo digo que no es menos cierto que la existencia del dolor, la de Dios.

Ejemplo: No sé si existen ejemplos. Para cada hecho hay una cosa única.

Fábula o fantasía: Fábula, sí; fantasía o fábula. Creo que fábula es mejor: es la única cosa esencial.

Heráclito: Fue uno de los primeros en sentir que todo es fugaz, sin excluirse el mismo Heráclito.

Ignorancia o inocencia: Soy muy ignorante y muy inocente.

Juego: Porque todo es juego. Incluso el universo.

Kafka: Kafka, sí.

Libertad: No creo en el libre arbitrio. No creo que exista la libertad.

Muerte: La única cosa que atiendo con impaciencia.

Noche: Una cosa que no siento más.

Poesía: La poesía es una modesta magia hecha de ritmos e imágenes.

Recuerdo: El recuerdo es un modo de modificar el pasado.

Soledad: Busco poblarla con sueños.

Tiempo: El tiempo es el enigma esencial de la metafísica.

Universo: No sabemos si existe.

Violencia: Aborrezco la violencia.

Zoo: Me gustan los tigres, los ciervos, los elefantes. Me entristecen aquellas caricaturas como los simios.

Al despedirme de su casa, y como solía hacerlo, me dio sus saludos al Uruguay, al que llamaba siempre la Banda Oriental. Y recordaba, de inmediato: “Yo soy medio oriental, por los Haedo y los Melián Lafinur. Mi abuelo fue artillero en la Guerra Grande en Montevideo, y después se hizo matar en una batallita...”.

Y aquí lo dejo con sus ojos ciegos mirando a la distancia, la sonrisa iluminándole la cara, las manos apoyadas en el bastón italiano que, de los seis que tenía, era su preferido, e intocado por el tiempo.



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