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DESINFORMACIÓN PROGRESISTA

Discusión racional con cadáveres sobre la mesa

Haciendo un gran esfuerzo (desde su punto de vista) de equilibrio y ecuanimidad, los críticos de la industria farmacéutica dicen (*): "[S]abemos que crear un nuevo medicamento, vacuna o método de diagnóstico es un proceso caro y muy largo. Así nos lo han contado siempre las grandes compañías farmacéuticas, y es cierto. El problema es que justifican los altos precios de los medicamentos utilizando como argumento el alto coste que tiene su investigación y desarrollo, cuando gastan dos veces más en campañas de publicidad y marketing".

Haciendo un gran esfuerzo (desde su punto de vista) de equilibrio y ecuanimidad, los críticos de la industria farmacéutica dicen (*): "[S]abemos que crear un nuevo medicamento, vacuna o método de diagnóstico es un proceso caro y muy largo. Así nos lo han contado siempre las grandes compañías farmacéuticas, y es cierto. El problema es que justifican los altos precios de los medicamentos utilizando como argumento el alto coste que tiene su investigación y desarrollo, cuando gastan dos veces más en campañas de publicidad y marketing".
Se nota el fastidio y el cansancio que crean las farmacéuticas por decir lo que dicen: "[s]abemos", "siempre", "[e]l problema es que", "justifican". Qué más da que puedan tener razón, "[l]as empresas farmacéuticas son empresas privadas que buscan beneficios". Ya saben, el resto de la población trabaja casi por nada, como los habitantes de recónditas selvas, que viven en armonía con la naturaleza ¡y reclaman hospitales! Y son empresas más condenables que las demás porque gastan más en publicidad, sin explicarnos nada acerca de por qué, o de su proporción frente a otros gastos, o su utilidad (ya escribiremos sobre esto en otra ocasión).
 
"Es comprensible desde la lógica del mercado, pero resulta moralmente inaceptable que sigamos siendo espectadores de tantas muertes evitables con el nivel alcanzado por la ciencia. Si el mercado falla a la hora de cubrir las necesidades de los que están más enfermos, parte de la responsabilidad es de las empresas farmacéuticas". Así, con la ayuda de los cadáveres sobre la mesa, vamos a intentar razonar con estas personas.
 
El editorial-manifiesto abunda en las acusaciones como esta simplificación: "[A] casi nadie le sorprende ya escuchar que, de cada diez personas que mueren a causa de una enfermedad infecciosa, nueve viven en países pobres. Muertes evitables si se contase con el medicamento adecuado". ¿Pero a qué viene lo del medicamento adecuado? Por poner un ejemplo, ha habido paludismo en la muy avanzada Europa hasta pasado 1970. Aquellos medicamentos ya no son eficaces más que en alrededor de un tercio de los sujetos, pero los actuales son altamente efectivos. Ahora bien, la victoria contra el paludismo no la dan los fármacos, sino suprimir el mosquito que transmite la enfermedad (luego, ya suprimida, se puede tener una población de mosquitos, pero no transmiten nada peligroso), y los insecticidas son baratos, perfectamente útiles y producen resultados asombrosos, según los propios informes de Naciones Unidas (recuerden las cifras de Sri Lanka).
 
Todos lamentamos el triste estado de cosas en los países pobres, pero lo único que va a solucionar su pobreza es corromperse occidentalizándose, que es lo que les llevará a vivir como ustedes, sin paludismo, sin bocio (del grupo de las carencias nutricionales que luego veremos), etcétera. [No tiene por qué ser à la Américaine, puede ser a la europea, ya que tan horrible es vivir al otro lado del Atlántico, por lo que nos dicen].
 
Respecto a las enfermedades olvidadas, la industria, que lleva bien sus conteos de productos, notifica que para el dengue, la única que aún no tiene medicamento, hay ocho fármacos en estudio (en diversas etapas, pág. 22). El resto tiene solución química (además de los fármacos en estudio del cuadro siguiente). Repito: ¿a qué viene lo del medicamento adecuado sin dar todos los datos? El problema es el nivel de vida; la industria hace una investigación bastante razonable sobre estos supuestos males olvidados:
 
Fármacos en desarrollo, no vacunas, para el paludismo: 30.
Fármacos en desarrollo, no vacunas, para la tripanosomiasis africana: 5.
Fármacos en desarrollo, no vacunas, para el chagas: 5.
Fármacos en desarrollo, no vacunas, para la leishmaniasis: 6.
Fármacos en desarrollo, incluidas vacunas, para la fiebre dengue: 8.
Fármacos en desarrollo, no vacunas, para la tuberculosis: 22.
(Fuente: Boris Azaïs and Maciej Gajewski 2004).
 
El virus del Ébola.Hay que tener cara dura para citar el ébola. Por supuesto, tampoco la fiebre hemorrágica del ébola tiene remedio, pero el daño anual de la misma no es siquiera cuantificado en los informes-resumen de WHO-OMS de 2004 (tampoco hemos encontrado datos en las tablas estadísticas del informe de 2003). Se supone que una "gran epidemia" fue la de Uganda en agosto de 2000-enero de 2001, que costó 224 muertes (total de casos: 425). Estamos hablando de 1.272.000 muertos anuales por paludismo, o de 1.566.000 por tuberculosis, o de casi 1.800.000 por diarreas.
 
¿Cuál es el problema aquí? El problema es que las personas que escriben esto son sensibles: sufren cuando reciben a los visitadores médicos, no comprenden cómo se puede mercadear con esos productos, que deberían ser regalados. Los más extremos son capaces de recitarte, cayéndoseles la baba, el modo de vida soviético. Ahí no hay problema en que todo tenga un coste, ya que es un sistema justo. Por eso emigraba, de forma masiva, la gente al bloque del Este, para medicarse. ¿Cómo no habíamos caído en ello antes?
 
 
Nota:
 
(*) Investigación en enfermedades olvidadas. Octubre de 2004.
 
Peter Turner, cofundador de Republicans in Spain.
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