Esta guerra ha sido conducida de manera ejemplar, o sea inteligente, evitando al máximo, nunca del todo, es imposible, las víctimas civiles, con bombardeos y ataques de tanques a la vez rápidos y serenos. Para matizar este entusiasmo guerrero hay que reconocer que la superioridad tecnológica de los aliados es evidente, como tan evidente es que el ejército y los milicianos iraquíes no han opuesto una resistencia encarnizada.
Esto puede tener diferentes explicaciones. Claro, los pacíficos belicistas antiyanquis dicen y repiten que así se demuestra cuán pobre, pacífico e insulso era ese régimen que sólo se ocupaba de juegos florales —y de asesinar a sus súbditos—. Sin negar, pues, la superioridad militar de los aliados —sería grotesco— estoy convencido de que los iraquíes no estaban dispuestos a “morir por Sadam”, como lo proclama su propaganda. Es incluso muy probable que ciertos generales y jerifaltes iraquíes, convencidos de antemano de su derrota, hayan conservado sus regimientos o batallones fuera de la línea de fuego, reservándoles para actuar después de la caída de Sadam durante la inevitablemente caótica “reconstrucción” del país, en la que tener tropas a sueldo puede constituir, piensan, una baza política. Por ello resulta evidente la necesidad de mantener una fuerza aliada en el país hasta que se hayan reunido las condiciones para celebrar verdaderas elecciones. Y no farsas, como las que suelen organizar las dictaduras comunistas o militares.
Esta guerra ha tenido también aspectos mediáticos y propagandísticos de una violencia extrema. En muchos países de Europa la decisión de luchar contra la tiranía de Sadam se equiparaba al nazismo. La inmensa mayoría de la prensa y los manifestantes trataban de asesinos a los líderes de los países de la coalición. Más o menos descaradamente, los medios europeos, y particularmente en España y Francia, con la coartada de la paz, defendían la tiranía iraquí. Hasta en los USA, y pese a que, según los sondeos, un 72 por ciento de los ciudadanos se declararan de acuerdo con su presidente, no han faltado diarios, cadenas de radio y televisión, intelectuales, artistas, cineastas, políticos demócratas y amas de llave, que despotricaban contra Bush y defendían al “pobre” Sadam. No me indigna, al revés, en un país democrático, la libertad de expresión no tiene limites.
El Reino Unido constituye un caso aparte y se merece un saludo particular. No es la primera vez, en 1940, por ejemplo, Gran Bretaña resistió sola y durante dos largos años contra el nazismo, que había conquistado toda Europa (y Francia, sans coup ferir). En esta ocasión, Tony Blair me ha parecido bastante ejemplar. Resistiendo a una fuerte oposición, manifestaciones, crisis en su partido, dimisión de tres ministros, por los suelos en los sondeos, se mantuvo firme y triunfó. No sólo las tropas británicas están en Irak, y participan a la victoria aliada, sino que hasta en su reacio país recupera prestigio e influencia. Doble victoria, ambas ligadas, no faltaba más, las guerras asustan, pero cuando se ganan, las cosas cambian.
Me hubiera gustado ver las jetas de Chirac, Schröder y Putin, este viernes, en San Petersburgo, llevando en sus maletas las imágenes de esa gigantesca estatua del dictador, derrumbada, como se derrumbaron las de Lenin, Stalin, Ceacescu y otros, hace doce años, en los países que se liberaban del comunismo. Habiendo traicionado la solidaridad europea y, más grave aún, habiendo traicionado la solidaridad democrática internacional, se encuentran hoy en la cuneta, off, como se dice en Puerta de Hierro. Tras no haber podido evitar la guerra, ni la victoria, al haberse limitado a contemplar imágenes ante la televisión, como todo quisqui —no sólo la ofensiva militar perfecta, sino la destrucción de la tiranía y de sus símbolos, el poco apoyo de los iraquíes a Sadam, y hasta manifestaciones de “bienvenida a los libertadores”—, ¿qué cara pondrán?
No nos llamemos a engaño, los mismo iraquíes que hace pocas semanas se manifestaban con retratos de Sadam, se manifiestan ahora con retratos de Bush (¿de dónde los sacan? Me imagino que de los servicios de propaganda del ejército USA, no los tendrían escondidos en sus sótanos). Cosas semejantes ocurren en todas las guerras, el mundo no está poblado de héroes y la gente tiene que comer. No es lo más importante, lo importante es que se haya destruido la tiranía, sin excesiva resistencia del pueblo, ni del ejército iraquí y sin que proteste el mal llamado mundo arabo-musulmán (ni Irán, ni Pakistán, ni Indonesia, pongamos son árabes).
Porque las catástrofes anunciadas al declarase la guerra: Irak sería el nuevo Vietnam, los países musulmanes se lanzarían todos a una en defensa de su hermano iraquí, una nueva guerra mundial estaba a la vista, y otros delirios provocados por el miedo y la mala fe, ninguna se ha producido. Al revés, como ya escribí, sigo convencido de que fue precisamente la indecisión de los USA en 1991, convirtiendo su victoria en derrota, y dejando con un amigo alto al fuego una situación caótica en Irak ¾y nuevas masacres¾, la que dio impulso al terrorismo islámico internacional, cuya horrenda cima fueron los atentados del 11 de septiembre, en los USA. No estoy diciendo que con la victoria en Irak, se haya terminado con las guerras, el terrorismo, y otras crisis y conflictos, incluso en el propio Irak, no. De lo que estoy convencido, en cambio, es de que la democracia ha ganado una batalla importante. Habrá otras.
¿Qué van a hacer ahora los países del “eje del mal”, Francia, Alemania, Bélgica que han perdido políticamente esta guerra y que se mostrarían muy insulsos si contaran con la solidaridad activa de Rusia o China? Ya lo he escrito varias veces, habiendo perdido la guerra, pretenden ganar la paz, o sea, el petróleo. Está visto que esta crisis ha destruido la UE. Países que han defendido la solidaridad democrática internacional y países que se han aprovechado de esta crisis para intentar montar un bloque anti USA, Francia en primer lugar, o sea, una Europa tan superpotencia que podría, siempre en nombre de la paz, declarar cualquier guerra en el mundo, se han enfrentado tan violentamente, incluso cuando algo se haya disimulado diplomáticamente, que hablar hoy de política de defensa e internacional comunes resulta una broma pesada. Si Europa no ha saltado aún en mil añicos, esto se debe al mercado común, por ahora, los intereses económicos resisten a las ambiciones y contradicciones políticas.
Y, en España ¿podrán el Gobierno y el PP salir vencedores del vendaval que les ha sacudido tan violentamente, insultado o agredido, por tener en esta crisis una posición acertada, aunque timorata? Ya se verá, pero una cosa es evidente, y no estoy convencido de que sea éticamente satisfactoria: a medida de que la victoria se confirma, los progres españoles, los cobardes, sus medios, sus líderes están arrinconado los retratos de Sadam, que tan clamorosamente alzaban estos últimos días, y si todavía no los han sustituido por los de Bush, como en Bagdad, tal vez algunos se pregunten si no valdría la pena sacar los de Aznar... Cosas veredes, mio Cid. Da lo mismo, de todas formas hemos ganado.
CRÓNICAS COSMOPOLITAS
Cuando caen las estatuas
Hemos ganado. El campo de la democracia ha triunfado sobre la tiranía iraquí. Cuando digo “hemos” soy consciente de que poco tiene que ver estar detrás de tu máquina de escribir o detrás de una ametralladora, aunque apuntemos en la misma dirección: la defensa de la democracia.
0
comentarios