No obstante, ese enfoque no toma en cuenta los aspectos cualitativos que no pueden medirse. Esto lleva a Randall Holcombe, profesor de la Florida State University, a considerar la noción de “progreso” como diferente al “crecimiento” o “desarrollo” y el papel que los emprendedores juegan en el mismo. Esta segunda parte es notablemente importante e interesante, pero veamos por el momento la primera.
La noción de “progreso” incluye esa evaluación cualitativa y, a diferencia de la de desarrollo, permite comprender que aun los países “desarrollados” pueden seguir progresando, aun después de alcanzar ese nivel de crecimiento económico. ¿Qué indicadores podemos tener de ese progreso? No son estadísticos, pero éstos son los que menciona Holcombe en relación a los Estados Unidos
A comienzos del siglo XX sólo 1% de los hogares tenía automóvil contra 91% en el 2000. La expectativa de vida había aumentado de 47 años a 77. Los teléfonos eran una rareza en 1900 y muy abundantes ahora. A comienzos de siglo no había cines ni radios o televisión. Algunos tenían electricidad, la que usaban para iluminación, pero ya en 1950 ésta alimentaba a radios, frigoríficos y lavaplatos.
A fines de 2000, aquellos clasificados como pobres en Estados Unidos tienen cloacas y agua potable, aire acondicionado, teléfono y automóvil. Demás está decir que pocos tenían computadora en 1950.
Tampoco había aviones a principios de siglo
Todo esto lleva a Holcombe a afirmar que si bien el crecimiento del ingreso ha sido notable, lo más importante es que el componente primario del progreso económico alcanzado durante el siglo no es eso sino el cambio substancial en la naturaleza cualitativa de la producción económica.
A comienzos de siglo, la semana laboral promedio era de 50 horas, ahora a caído a algo menos de 35. Pero esto no contempla que esas mismas horas son ahora mucho menos exigentes físicamente y mucho menos peligrosas: las muertes por accidentes, incluyendo los laborales, han caído de 88 por 100.000 muertes totales a 34. En ese entonces, muchos trabajaban nada más que por el salario, en la actualidad muchos lo hacen por el desafío intelectual, por la vocación, por los logros.
Este progreso ha sido motorizado por emprendedores, quienes en forma constante han producido nuevas ideas y con ellas nuevos productos y servicios. El mercado se ha diversificado en forma creciente, brindando muchas más oportunidades al consumidor.
En la década de los años 70 había 140 tipos de vehículos diferentes, con 654 modelos distintos; a fines de los 90 eran 260 tipos con 1.212 modelos diferentes. Los cereales pasaron de 140 a 340 en el mismo período y las bebidas gaseosas aumentaron de 20 a 87; los tipos de leche de 4 a 19 y los estilos de zapatos de goma para correr de 5 a 285; los de bicicletas de 8 a 31.
El progreso, entonces, es mucho más variado y complejo que el mero crecimiento.
Martín Krause, Rector de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE)