Con el fin de separar la realidad del mito, dos investigadores de esta institución han desarrollado una interesante investigación que viene a demostrar que los de Tsavo no son, ni mucho menos, unos gatitos aberrantes. Su leyenda sangrienta se remonta a 1898, año en el que se dice que dos leones devoraron a 135 albañiles mientras trabajaban en la construcción de un puente en Kenia. El acontecimiento obligó a cancelar temporalmente las obras de la línea férrea que debía unir el Lago Victoria con el puerto de Mombasa. El teniente coronel John Patterson se encargó de acabar con los animales que hoy están expuestos en el Field Museum de Chicago y que dieron lugar a una nutrida leyenda que llegó incluso a reproducirse en el cine.
El riguroso estudio ahora publicado sobre el acontecimiento ha descubierto numerosas inconsistencias en el relato de los hechos. Por ejemplo, las diferentes fuentes de las que se nutre la historia arrojan un número de víctimas muy distinto entre 14 y 135. Incluso se ha detectado que el propio Patterson publicó tres cifras contradictorias a lo largo de su carrera. Todo hace pensar que la realidad fue mucho menos truculenta de lo que presenta el mito hoy distorsionado.
Sin embargo, el estudio del Field Museum es de gran interés porque, no sólo pone las cosas en su sitio, sino que también ofrece datos de actualidad sobre la etología de los leones. Algunos informes bien documentados demuestran que ciertas especies de felinos como el león pueden verse presionados por las condiciones ambientales hasta el extremos de atacar y comer a seres humanos. Es más, una vez que los leones han establecido con éxito este patrón de conducta, lo pueden transmitir a su descendencia enseñándoles algunas técnicas de gran sofisticación como la de no regresar nunca dos veces al mismo lugar donde se ha producido un acto de depredación humana.
Resulta que los leones son animales sociales capaces de traducir “comportamientos tradicionales” de una generación a otra. Algunos autores han sugerido que los leones “come-hombres” adoptan este comportamiento por culpa de algún defecto fisiológico que les impide cazar y devorar otro tipo de presa. Pero los estudios ahora publicados demuestran que la fisiología de los leones de Tsavo es completamente normal y las técnicas forenses utilizadas desvelan que consumían habitualmente presas comunes al resto de su especie. La conclusión del estudio es que los leones son obligados a comer seres humanos sólo cuando el deterioro de sus fuentes de alimentación tradicionales es muy grande. Es decir, cuando escasea la carne de búfalo, se permiten una incursión en el terreno de la antropofagia.