Para ilustrar lo que nos hace falta, piense en reformas como las que siguen:
-Eliminar todos los impuestos empobrecedores (contribuciones, herencia, aranceles, timbres, combustibles, bebidas), dejando sólo una tasa pareja en la renta y el IVA. Donde se ha hecho algo así, los ingresos de los gobiernos, lejos de reducirse, han subido.
-Verdadero libre comercio con todos, sin aduanas, incluyendo autos y ropa usada, créditos y seguros, medicamentos y productos agropecuarios. Esto sirve más a los pobres que los acuerdos comerciales. De la dolarización, ni hablar.
-Libertad de trabajo, salarial y de jornadas para alcanzar pleno empleo y que los pobres y jóvenes consigan trabajo.
-Amplia libertad para dueñas de casa y adolescentes, sin tributar.
-Libre emprendimiento de todo, con tres años sin inspectores ni papeleos de nada.
-Los colegios públicos serán manejados con plena libertad por los apoderados y profesores, que elegirán un directorio que los administrará. Esto, más una suma oficial por alumno, mejorará los rendimientos escolares y la calidad. Lo mismo se haría con los académicos de las universidades estatales, para que sean autónomas de verdad.
-Y adivine: ¿qué se podría hacer con los hospitales y consultorios? ¿Será necesario repetir que se debe eliminar toda inamovilidad, programas, textos y pruebas oficiales, acreditaciones pretenciosas y otras formas de dictadura educacional y cultural?
-Se evaluarán, anualmente, todos los programas y organismos públicos, mirando los beneficios y costos efectivos, y cerrando los inútiles.
-Carné de identidad, de chofer y pasaporte para toda la vida.
-Inscripción electoral automática y libertad de sufragio.
-Servicio militar voluntario y pagado.
-Títulos de propiedad instantáneos y "gratuitos" a deudores de subsidio habitacional, indígenas, campesinos, herederos, etcétera.
-Verdadera venta de activos ociosos por el Ministerio de Bienes Nacionales. Y las conocidas privatizaciones.
-Eliminación de gastos reservados, de platas para ONG inútiles y de ministerios que están de más. Término del bloqueo estatal de tierras, islas, playas, bosques, aguas, regiones y sectores como el energético, taxis, el transporte colectivo, la salud, la educación, el crecimiento de las ciudades y el sistema previsional.
El problema de fondo es que el desarrollo no se "construye" por el Estado ni con leyes y regulaciones que encarecen y paralizan. El progreso, los cambios tecnológicos y la innovación los hacen las personas con su creatividad y emprendimiento, y no los burócratas, ni los fondos "de innovación e investigación", que van a terminar en otros bolsillos.
Hay que dar más recursos y libertad a las personas: algo sencillo, pero incomprendido por los políticos. Propuestas como las anteriores las consideran locuras y prefieren una cultura antiahorro, antiemprendimiento, antitrabajo, antifamilia, antilibertad y pro "Viva la Pepa", que es en lo que está terminando el socialismo.
Álvaro Bardón es profesor de economía, Universidad Finis Terrae, fue presidente del Banco Central de Chile.
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