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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Cheques en blanco manchados de sangre

Que Rodríguez Z. haya convencido o comprado a Fernando Savater –hay muchas maneras de comprar a un filósofo–, para el caso da lo mismo, porque lo que dice Savater es estropajo. Lo que dice él, como lo que dicen los ministros, el PSOE, su pareja cupletista Pradera, algunas asociaciones de víctimas –coartada para no manifestarse contra el Gobierno el 4 de junio–, es mucho peor que un cheque en blanco, o pedirnos confianza ciega y servidumbre voluntaria; es sencillamente una mentira.

Que Rodríguez Z. haya convencido o comprado a Fernando Savater –hay muchas maneras de comprar a un filósofo–, para el caso da lo mismo, porque lo que dice Savater es estropajo. Lo que dice él, como lo que dicen los ministros, el PSOE, su pareja cupletista Pradera, algunas asociaciones de víctimas –coartada para no manifestarse contra el Gobierno el 4 de junio–, es mucho peor que un cheque en blanco, o pedirnos confianza ciega y servidumbre voluntaria; es sencillamente una mentira.
Sus argumentos pueden resumirse así: ¿para qué protestar contra negociaciones con ETA, puesto que no las hay ni las habrá? Zapaterito lo ha prometido. ¿Qué se ha votado entonces en el Parlamento? Cuando les tiras de la lengua, matizan: "No las hay, ni las habrá, mientras ETA no deposite las armas y renuncie al terrorismo". Y a renglón seguido viene el chantaje habitual: ¿no es lo que todos queremos, que reine la paz y la concordia en el País Vasco? Los que se oponen a esa "paz" son más criminales que los terroristas.
 
Contradiciéndose con desparpajo, los mismos, fingiendo olvidarse que han afirmado que no hay ni habrá negociaciones con ETA, argumentan que, puesto que las hubo con el Gobierno de González y el de Aznar, ¿por qué no las podría haber con el actual?
 
Aceptando un instante esa falacia –porque viajar a Argel, y a Zurich, no es lo mismo que viajar a Perpiñán, ¿visto?–, se les puede devolver el argumento afirmando que son precisamente los desastrosos resultados de esos anteriores "encuentros" los que nutren, entre muchas otras cosas, nuestra desconfianza y nuestro rechazo de la embustera demagogia "pacifista" actual, que no logra disimular la voluntad de rendición. Además, los resultados de esas "conversaciones" anteriores son muy diferentes.
 
En el caso de Felipe González, recuérdese que estaba entonces en plena luna de miel socialista con François Mitterand, y tras el fracaso de Argel ambos demócratas humanistas organizaron los asesinatos del GAL, siendo comisarios de la policía francesa quienes contrataron a matones a sueldo del hampa para llevar a cabo esa gesta heroica de la que González, en libertad condicional desde entonces, se enteró por la prensa, y Mitterand por la tele.
 
José María Aznar.El Gobierno de Aznar reaccionó de forma radicalmente diferente, impulsando una lucha firme y resuelta contra la banda terrorista pero con el más absoluto respeto de la legalidad democrática. Y no sólo resultó eficaz contra los asesinos etarras, sino que logró el apoyo político del PSOE en el Pacto Antiterrorista.
 
Y algunos exigen ahora que el PP dé su apoyo a un pacto proterrorista. Porque, dejémonos de tonterías, ¿alguien se cree de verdad que ETA va a rendirse sin condiciones? ¿Que va a entregar sus armas y sus bombas y disolver sus comandos a cambio de nada? Eso, ni Zapatero se lo cree ni el PNV lo aceptaría.
 
Y ETA ¿qué dice? Lo de siempre, pone bombas. Es su "discurso del método" habitual. La de Madrid, el pasado miércoles, fue de mayor gravedad que las otras recientes, y pese a los chorros de agua turbia de los bomberos-pirómanos sociatas, lo que dicen está clarísimo: "No nos disolvemos, ni abandonamos las armas. Somos y seguiremos siendo los protagonistas de todo". Y como constituyen la más minoritaria de las minorías en el País Vasco, su única arma es el terrorismo, o sea el miedo. Y está visto que es un arma que funciona a las mil maravillas con el Gobierno actual, y no sólo en relación con el terrorismo etarra: lo mismo ocurre con el islámico.
 
El PNV se beneficia, evidentemente, de este chantaje, presentando el suyo, tan semejante: "Si queréis el 'fin de la violencia' tendréis que aceptar el Plan Ibarreche", o sea la independencia. Hipócritamente, presenta su objetivo –el mismo que ETA– como algo que se puede lograr de forma consensual y negociada, pero, de hecho, con las bombas de ETA como espolón y el miedo como estiércol. Y Rodríguez Z. y sus secuaces se muestran dispuestos a todas las concesiones, a todos los abandonos. Y si aún aparentan remilgos y pronuncian discursos hipócritas es porque saben que la inmensa mayoría de los españoles no está de acuerdo, y que ese desacuerdo también existe en sectores del PSOE. Tienen que traicionar con precauciones, porque el apoyo incondicional de El País no basta.
 
A veces me entran ganas de escribir lo que tantas veces he oído en conversaciones privadas: "¡Pues que se vayan y se pudran de hambre vascongada en su rincón!". Pero no sólo sería, a fin de cuentas, cobarde, sino inútil, porque incluso si el País Vasco obtuviera embajador en la ONU, pongamos, no cesaría su guerra sucia hasta conquistar Navarra, las regiones vascas francesas y obtener la energía nuclear tan "pacifista" como la de Irán. No, no hay más remedio que reanudar la política firme, emprendida ayer por el Gobierno Aznar, que logró bastantes buenos resultados. No hay más solución que liquidar a la banda terrorista, sin doblegarse ni mentir a la gente.
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