Eso armó cierto revuelo y comentarios irónicos sobre la incultura de la Ministra de la Cultura. Claro que Pradera hubiera podido reunir y publicar tres o cuatro tomos con artículos suyos, lo cual hubiera sido sociológicamente divertido, porque hubiéramos podido seguir sus vaivenes políticos y constatar que lo único que no ha cambiado es su estilo, siempre "informe al comité Central". Que yo sepa, porque tampoco he leído todos sus artículos, la única vez que fue sincero, en su larga carrera de periodista político y de eminencia gris de pedrosos, fue cuando, reunido con un puñado de ex combatientes comunistas, ante un magnetófono, recordando sus heroicos combates contra el franquismo, Pradera declaró: "Nosotros, los comunistas entonces, decíamos luchar por la democracia, pero era falso, luchábamos por el socialismo, un socialismo de corte soviético, o sea una dictadura (no se atrevió a decir totalitarismo). Puede que fuera un descuido, metido en una amistosa conversión, no se dio cuenta que esas frases serían reproducidas en "El País". Desde luego, él y sus amigos, fingieron olvidarse de que habían sido pronunciadas. Ninguno protestó, ni siquiera posteriormente, reafirmando que el socialismo era una democracia superior a la democracia burguesa (por aquel entonces ya habían arrinconando la dictadura del proletariado, que durante más de un siglo fue el alfa y omega de la teoría y de la praxis marxista). Prefirieron echar tierra al asunto, como si la crítica a la mentira comunista en cuanto a su lucha por la democracia, jamás hubiera sido pronunciada.
Más recientemente, el año pasado, si no me falla la memoria, y con motivo de la Feria del Libro de Madrid, se rindió homenaje a Javier Pradera, como el "mejor editor del siglo", y el "rojo de referencia", durante el franquismo. Se unieron a ese homenaje, los editores Beatriz de Moura y Jorge Herralde. Entre los diversos títulos de gloria que se subrayaron en ese guateque, se recordó que Pradera había sido el primer representante en España del "Fondo de Cultura Económica", de México. Pues, durante los siete o nueve años que Pradera pasó al frente de la sección española de ese "Fondo de Cultura", sólo publicó un libro. Sí, han leído bien, un solo libro en todos esos años. Lo cual, desde luego, se merece los más calurosos aplausos, pero no al mejor, sino al peor de los editores españoles. O, en todo caso, al más tacaño.
Volvamos a Francfort, en donde se celebró a bombo y platillo, la literatura árabe, que apenas existe. Existe el Corán, con tiradas millonarias, existen innumerables comentarios sobre el Corán, existen libros sobre la importancia simbólica e islámica de la barba (no es ninguna broma), sobre el deber de los hombres de apalear, lapidar, encarcelar (como se propuso en Turquía, recientemente), o ahorcar a las mujeres adulteras; la escisión del clítoris de las niñas, como tradición cultural, la islámica exigencia de cortar las manos de los ladrones, la decapitación de rehenes y demás muestras de la superioridad de la civilización musulmana, que se refleja en numerosos libros, casi todos escritos en árabe. Desde luego, también existen novelistas, ensayistas y, sobre todo, poetas árabes, pero con la peculiaridad de que los del Magreb y Líbano, escriben casi todos en francés, y los de Egipto y otros países, en inglés. Esto tampoco se merece lanzar las campanas al vuelo, algo parecido ocurre en Cataluña, en donde casi todos los escritores catalanes escriben en español, aunque algunos sean bilingües. Y eso pese a las subvenciones de la Generalitat a todo lo escrito en catalán, sin el menor criterio, ni sentido crítico. Esta penuria de la literatura en catalán, se verifica hasta en la prensa (lo cual no ocurre en los países árabes, donde la mayoría de los diarios y televisiones, emplean el árabe). Aparte de algunas provincias en donde existen diarios en catalán, en Barcelona, sólo existe uno, el "Avui", en quiebra permanente, por falta de lectores.