Con niveles de desempleo que superan el 20%, mucha gente se pregunta si en España es posible solventar este problema o si, por el contrario, nos encontramos ante un fenómeno estructural que, a lo sumo, podrá ser mitigado, pero jamás erradicado.
Dada la peculiaridad del caso español, se suelen buscar todo tipo de explicaciones para averiguar los motivos por los que nuestra situación difiere tanto de los denominados "países de nuestro entorno", que tienen unas cifras de desempleo sensiblemente inferiores y en los que la crisis no se ha dejado notar de manera tan acusada en el mercado laboral. Es bastante común, por ejemplo, cargar las tintas contra la competencia asiática, a la que se acusa de tratar a sus trabajadores prácticamente como si fueran esclavos, o aludir a la paulatina sustitución del sector industrial nacional por empresas de servicios. Quienes abrazan tales discursos sostienen que, dado que la competencia exterior no es controlable y que las industrias no se levantan de la noche a la mañana, el desempleo no tendrá remedio hasta que los salarios españoles no estén a la par que los asiáticos, por lo que se trataría de elegir entre dos males: salarios ínfimos o desempleo.
Dichas explicaciones y alternativas no dejan de ser insatisfactorias, pues también hay países con una tasa de desempleo muy inferior a la nuestra, un sector industrial más pequeño que el nuestro... y unos salarios considerablemente más altos, pese a que también ellos compiten con las economías asiáticas.
A la hora de estudiar las causas del desempleo, habría que pensar en primer lugar en las razones que llevan a una empresa a contratar a un trabajador. Pues bien, una empresa sólo dará en contratar a un trabajador si ve que le saldrá rentable. Necesita esperar que los ingresos previstos por la oportunidad de negocio que le va a llevar a ampliar su plantilla sean superiores al gasto en que va a incurrir. Un ejemplo: una asesoría tiene la oportunidad de ampliar su cartera de clientes y contrata a una persona para hacer frente al incremento previsto de las labores contables; pues bien: el aumento de plantilla sólo le resultará rentable si los ingresos obtenidos de los nuevos clientes son superiores al coste que representa el nuevo contratado. El número de nuevos clientes dependerá de diversos factores, entre los que sin duda hay que contar la labor comercial que se acometa... y la capacidad del nuevo empleado para gestionar su carga de trabajo. Si sus conocimientos contables son elevados, y fiables las herramientas informáticas puestas a su disposición; si tiene un buen ritmo de trabajo y cuenta con el apoyo y la experiencia de sus compañeros, las cosas, probablemente, irán bien. Si, por el contrario, nuestro hombre apenas sabe distinguir el debe del haber, o tiene unas herramientas laborales deficientes, o se tiene que dedicar a quehaceres distintos de los que en teoría debería acometer, y sus compañeros no le dan ni agua, las cosas, probablemente, irán mal.
He aquí algunos de los factores que inciden en la oferta de empleo: existencia de oportunidades de negocio, formación y motivación del trabajador, calidad de las herramientas de trabajo, ambiente laboral, coste de la mano de obra y del despido, cargas burocráticas... Hay países con bajos niveles de desempleo porque tienen pocas barreras burocráticas y generan múltiples oportunidades de negocio; otros, en cambio, destacan por la calidad de su mano de obra, o de su tradición empresarial; también los habrá que destaquen por lo competitivo de sus salarios... Lo más frecuente es que en una misma economía se den varias de estas situaciones, y que el panorama sea diverso incluso en el seno de esa misma economía.
Aunque no sea fácil pensar en una bajada del paro en momentos como el actual, es sobre los factores referidos sobre los que ha de trabajarse: así, hay que crear un entorno que posibilite la aparición de oportunidades de negocio, dotarse de un marco legal que proteja las inversiones, reducir las cargas burocráticas y no penalizar con cargas tributarias excesivas el empleo de mano de obra.