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CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD

Abuso contemporáneo del poder político

El presidente brasileño y ex obrero Luiz Inácio Lula da Silva estrenará en estos días su nuevo avión presidencial, un Airbus ACJ-319 que costó 56,7 millones de dólares. La oposición y la prensa consideran el gasto como excesivo. No es que un obrero no pueda tener un avión, lo lamentable es que se paga con los impuestos hasta de los que pasan hambre.

Pero éste no es el peor problema que tiene Lula. Su hijo menor, junto con unos amigos, desató un escándalo porque, entre muchas otras cosas, utiliza aviones de la Fuerza Aérea y lanchas de la Marina para pasear. Según el titular de la Asociación de Jueces Federales, “es necesario que el Ministerio Público investigue".
 
Pero la falta de ética llega a niveles más lamentables. En realidad, lo que existe es una total impunidad de los políticos que manejan discrecionalmente tanto poder que es imposible hacerlos responsables de nada.
 
Debido al incendio de una discoteca de Buenos Aires, en diciembre, está preso el dueño, pero no hay ningún político que se haga responsable, aun cuando el Estado impone muchas regulaciones para, supuestamente, garantizar la seguridad del público en estos locales. Algunos legisladores porteños intentaron interpelar al jefe del Gobierno, pero éste tiene más votos dentro de la legislatura y evitó la crisis. Ni siquiera un legislador quebrado en llanto, que la noche de la tragedia tuvo que revisar las bolsas con los muertos hasta encontrar el cuerpo de su ahijado de trece años, pudo evitar la impunidad de los políticos.
 
La corrupción la notamos también en organismos como las Naciones Unidas, donde militares de las Fuerzas para “el Mantenimiento de la Paz” en el Congo enfrentan severos cargos por abusar y explotar sexualmente a mujeres y niñas de 13 años, sobornándolas con alimentos y dinero. El representante especial del secretario general de la ONU para el Congo admitió lo siguiente: "Continuamos teniendo serios problemas de explotación y de abuso sexual".
 
También hay falta de ética y corrupción en el sector privado, pero siempre para aprovechar la capacidad arbitraria del Estado en beneficio propio. En definitiva, la corrupción y la impunidad surgen de esa capacidad de los políticos para imponer arbitrariamente su capricho bajo la excusa de que se hace por el bien del país. Hay un solo modo de que un político caiga en desgracia: cuando otro más poderoso lo quiere perjudicar.
 
El controvertido empresario Carlos Slim, amigo de Felipe González.Por ejemplo, a Telefónica Móviles los reguladores mexicanos le han puesto todo tipo de dificultades, impidiendo que se asiente en un mercado dominado por una sola compañía, América Móviles, de Carlos Slim, que curiosamente tiene el 80% de los clientes. ¿Es tan eficiente como para tener tan desproporcionada porción del mercado o los funcionarios están devolviendo “favores”?
 
Eso también ocurre en el “primer mundo”, y en cualquier parte donde se imponen regulaciones arbitrarias. Por eso surge la falta de ética y la corrupción. Así, en la muy desarrollada Alemania la diputada Muller admitió que había estado recibiendo 2.000 euros mensuales del Dresdner Bank. El político Laurenz Meyer admitió haber recibido grandes pagos del grupo de energía RWE. "El sistema ha desarrollado una extraordinaria vulnerabilidad a la corrupción, al tráfico de influencias... ", señaló Herbert von Arnim, experto en financiamiento político. BASF tiene 235 “empleados” que son políticos. El vocero de Volkswagen indicó que se paga a los políticos “sólo si contribuyen al bienestar de la compañía”.
 
En Chile se ha achicado el Estado, convirtiéndose en el país menos corrupto de América Latina, pero la oposición calificó de grave que el Ejecutivo retirara el proyecto de ley que prohíbe a los ministros y subsecretarios ser directores de empresas estatales. Para la oposición, mantener a los ministros en los directorios tiene que ver con darles un sobresueldo “legal".
 
© AIPE
 
Alejandro Tagliavini es miembro del Departamento de Investigaciones de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE).
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