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JAMÁS OLVIDEMOS LA CÉLEBRE MÁXIMA DE LORD ACTON

A propósito de las reelecciones indefinidas

Una de las características de los barandas neosocialistas es su desmedido afán por imponer las reelecciones indefinidas. Pensemos en Hugo Chávez o en Evo Morales. Ahora bien, ¿qué sentido tiene la reelección legalizada en el seno del despotismo criollo?

Una de las características de los barandas neosocialistas es su desmedido afán por imponer las reelecciones indefinidas. Pensemos en Hugo Chávez o en Evo Morales. Ahora bien, ¿qué sentido tiene la reelección legalizada en el seno del despotismo criollo?
Evo Morales.
Al igual que todos los déspotas, de izquierda y derecha, los neosocialistas anhelan "refundar" sus países con constituciones de nuevo cuño y crear por fin el "hombre nuevo". En general, los mandatos de presidente y vicepresidente duran cinco años, aunque se permite la reelección consecutiva o indefinida. ¿Por qué forzar esta situación con referendos y consultas, ahora que son numerosos los Estados que cuentan con dicho sistema?
 
Una razón es que, como pensaban los antiguos romanos, un gobernante experimentado puede tener más posibilidades de asegurar la paz y la estabilidad. No obstante, tal idea ha chocado con la sentencia, igualmente dictada por la experiencia, de Lord Acton: "El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente".
 
George Washington.Una excepción notable fue Lucio Quinto Cincinato (siglo V a. C.), designado dictador por el Senado para liberar a Roma de los peligros que la acechaban. Luego de vencer a los enemigos de la República, Cincinato dejó el poder y regresó a su arado.
 
Dos milenios más tarde, en Estados Unidos, George Washington, campeón de la Guerra de la Independencia, entregará su espada al Congreso, rechazará la reelección y volverá a su granja. "Cualquier ciudadano debe poder gobernar esta república", proclamaba aquel padre de la patria de los norteamericanos.
 
Evidentemente, ni Chávez, ni Lula da Silva ni Evo Morales son Washington.
 
En aquellos países que desde hace muchos años tienen el mismo Gobierno impera la voluntad de los gobernantes, que se ubican por encima de la ley y, cuando lo necesitan, dictan normas a su conveniencia. Si no existe un sólido Estado de Derecho que pueda garantizar las libertades individuales por sobre la voluntad de las mayorías, la reelección tiende a corromper las instituciones, a pervertir la justicia y a desembocar en la tiranía.
 
Néstor Kirchner y Hugo Chávez.Los gobernantes reelectos concentran el poder y se vuelven los principales administradores de bienes y servicios; la tentación es tan fuerte que lleva a buscar la reelección a cualquier costo. Si antes los caudillos compraban los votos con dinero, los políticos de hoy lo hacen prometiendo leyes, cargos y expropiaciones. La corrupción basada en el soborno es más nociva que la de los que buscan el poder mediante las reelecciones, como Chávez, Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega o los Kirchner.
 
Para acabar con esto hay que eliminar toda posibilidad de reelección, y no sólo para los presidentes, sino para los legisladores y otros cargos electivos. Se perderá experiencia en las labores de gobierno, pero los beneficios serán superiores: el político profesional, padre de unas políticas estatistas que promueven el abuso y los favoritismos e imposibilitan a los pueblos prosperar, tendría los días contados.
 
En realidad, eso de "político profesional" es una contradicción en los términos. La política no es una profesión, sino una carga pública que los ciudadanos han de asumir dedicando algunos años de su vida a trabajar por el bienestar del país. La remuneración por este trabajo temporal debe ser escasa: no se trata de atraer a quienes sólo piensen en grandes retribuciones, sino a aquellos que sean honestos y tengan espíritu de servicio y aptitudes para gestionar la cosa pública con eficacia.
 
El político profesional, sea presidente, legislador, o simple operador de base, es una persona que administra el poder pero que no produce para la sociedad. La reelección le permite vivir de la política, aunque a menudo de la política sólo se puede vivir y prosperar si se trafica con influencias, se roba del erario y se practica el clientelismo. Sin reelecciones de por medio, los políticos profesionales pronto quedarían desocupados y tendrían que conseguir un empleo, cosa que aborrecen y temen notablemente.
 
 
© AIPE
 
PORFIRIO CRISTALDO AYALA, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
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