Las carreras sobre hielo son algo verdaderamente extraordinario, algo que no puede perderse nadie que pase por aquí. Aunque en los hipódromos hay gradas cubiertas, lo mejor es seguir el espectáculo a pie de pista, junto a los sonrosados lugareños. Nos vienen a la memoria las competiciones de cuadrigas de tiempos de los romanos, si bien aquí la velocidad y el riesgo son inferiores.
Antes de que empiece el espectáculo, el público se entona con los bocadillos calientes y el café de los tenderetes dispuestos para la ocasión. Y, por supuesto, hacen sus apuestas; unas cuantas: en Finlandia las apuestas mueven al año unos 200 millones de euros.
La primera carrera de trotones se disputó hace ya un rato; nada menos que en 1817, sobre la superficie helada del río Aura, en Turku. Esta bella ciudad hizo las veces de capital del país hasta 1812, en que cedió el rango a Helsinki.
A los finlandeses le encantan este tipo de carreras, de ahí que se celebren más de 6.000 cada año en todo el país. Tres de los hipódromos que las acogen se encuentran más allá del Círculo Polar Ártico; en uno de ellos se celebra incluso una carrera a media noche. ¿Y cómo se las apañan?, puede que se pregunte alguien. A ese alguien le recordaremos, entonces, que en aquellas latitudes el sol no se pone en verano.
¿Hace falta decirles que asistir a una carrera de trotones en plena noche en el Ártico es una experiencia inolvidable?