CIUDAD DEL CABO (SURÁFRICA)
Ciudad del Cabo ha permanecido abierta al mar desde que en 1652 los portugueses dieran con el Cabo de Buena Esperanza. Desde entonces se han asentado allí gentes procedentes de medio mundo: holandeses, franceses, alemanes, británicos, indios, judíos, malayos...
Ciudad del Cabo tiene uno de los puertos más activos del mundo. Está enclavado en una ruta comercial por excelencia: además, la belleza y el exotismo de la zona lo convierten en parada obligatoria de los cruceros de lujo.
Para quien visita Sudáfrica por primera vez, el lugar de parada obligada es Victoria & Albert Waterfront, un gran centro comercial con restaurantes exquisitos de amplios ventanales y tiendas de lujo con precios muy razonables.
PALMA DE MALLORCAMallorca es una isla con más de un tesoro. Mediterránea en la luz, los paisajes, el carácter y la gastronomía, es una tierra mágica, llena de contrastes.
Llegado el mes de agosto, en el puerto de Palma se dan cita los personajes del papel couché; pero los de calidad, los de apellidos de rancio abolengo, por no hablar de la propia Familia Real, cuyo lugar de descanso estival es, tradicionalmente, el Palacio de Marivent.
El gran acontecimiento del verano, la Copa del Rey de vela, tiene lugar en el Real Club Náutico.
Pero es Porto Portals, en Portals Nous, el puerto que se lleva la palma del glamour en la isla. Ahí están las tiendas de marca, los restaurantes prohibitivos, la inigualable elegancia discreta y los yates de los magnates y famosos.
Es el lugar perfecto para una escapada de capricho, con su agradable capital, Gustavia, una auténtica reminiscencia colonia, y sus magníficos y escasos hoteles.
Las playas de este rincón del Caribe son perfectas para nadar. Entre ellas destacan la de Grande Saline y la bahía de St. Jean, una especie de mini Costa Azul que posee una preciosa barrera de coral.
Es la propia barrera la que impide que los cruceros se acerquen a la isla, con lo que suelen fondear en las inmediaciones y trasladar a los pasajeros en lanchas hasta la costa.
El puerto es, en realidad, un atracadero para yates. Al saltar a tierra uno puede acercarse a un café para tomar algo bien frío o pasear por las calles del lugar: Quai de la Republique, Rue du General de Gaulle, Rue Oscar II... y comprar cualquier cosa en las tiendas, todas de lo más chic.