¿Heather una cazafortunas?
La posibilidad de que Heather sea efectivamente una "cazafortunas", apelativo que le puso la prensa antes de su boda con el ex Beatle, ha llevado a McCartney a querer proteger la mitad de su fortuna –recordemos que no firmaron la separación de bienes alegando que era "poco romántico"–, que asciende a unos 825 millones de libras. Para ello, el cantante se ha rodeado de un equipo legal formado por los más duros matrimonialistas de Inglaterra, entre los que se encuentra Fionna Shackleton, que representó al príncipe Carlos en su divorcio de Lady Di.
Por su parte, la ex mujer del cantante tiene ya la réplica preparada y es que aducirá que Paul se convirtió en un hombre "aburrido" tras su boda, porque pasaba más tiempo en su finca de Sussex que con ella en Londres. Nada presagiaba en mayo, cuando la pareja anunció la ruptura, que las cosas llegarían hasta las sala de un tribunal. Ya cuando Heather insinuó que recurriría a la justicia para evitar que Stella McCartney viera a su hija de dos años, Beatrice, debido a las críticas de la diseñadora hacia ella, las aguas comenzaron a agitarse. Ahora parece que ha estallado definitivamente la tormenta.
Adiós anillo, hola casa nueva
Y Paul McCartney, el sir, el caballero que ha renunciado a hablar mal de quien fue su segundo gran amor, ha aparecido estos días, durante una visita a una escuela de Liverpool, sin la alianza matrimonial. Un gesto externo que confirma que las cosas ya no tienen marcha atrás ni arreglo. Además, el ex Beatle, según publican concienzudos los rotativos ingleses, habría congelado sus cuentas para evitar que Heather Mills saque de las mismas "cantidades obscenas" de dinero, como él mismo se ha preocupado de calificar.
Lo que quería ser un divorcio rápido y civilizado, está a punto de convertirse en un jolgorio mediático con importantes campos de batalla abierta. Y las cerraduras de las mansiones de Paul McCartney comienzan a cambiarse con celeridad para impedir que su ex acceda a ellas. Y Heather Mills jura y perjura, para hacer daño con la palabra, que jura a quien oírla quiera que nunca más volverá a casarse con un jubilado. Vaya, que está llamando anciano a quien hace menos de un año era el hombre de su vida.
Por otra parte, y por si fuera insuficiente la presencia en los periódicos que uno y otro han de aguantarse, Heather Mills se ha comprado una casa de cinco habitaciones, por algo más de ochocientos mil euros, cerca de la que posee Paul McCartney en Peasmarsh, East Sussex. La guerra de los McCartney está servida.