Michael y Catherine atracaron su yate en el puerto de Dubrovnik para visitar "la perla del Adriático". Se adentraron en las calles de esta antigua ciudad amurallada, protegida por la fortaleza Revelin, del siglo XVI, y quedaron deslumbrados.
Después de un ameno paseo por el casco antiguo, en el que proliferan las calles estrechas y las casas de piedra y ladrillo, los actores almorzaron en una marisquería con maravillosas vistas al mar, y poco después compraron de recuerdo varios manteles bordados a mano. A última hora regresaron en bote a su yate, para continuar su periplo por la costa adriática.
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