José Ortega Cano recibió en la casa a la hija mayor de "la más grande", Rocío Carrasco, que llegó con su novio, Fidel Albiac, y a los hermanos de Rocío, Amador y Gloria, que acudieron con sus respectivos cónyuges, Rosa Benito y José Antonio Rodríguez.
Según la legislación vigente, el testador tiene que dejar un tercio de los bienes a sus hijos; en este caso, Rocío, José Fernando y Gloria Camila. Otro tercio, si así lo deseara, sería para beneficiar a un hijo o nieto, o para repartir a partes iguales entre los hijos.
El viudo, Ortega Cano, dispondrá del usufructo de un tercio de los bienes; además, será el administrador legal de los bienes de los hijos pequeños, que son menores de edad. El tercio restante de la herencia es el denominado en términos legales "de libre disposición", y es el que Rocío Jurado pudo distribuir entre sus familiares y amigos.
Rocío dispuso que la casa de La Moraleja se vendiera antes de que pasara un año de su muerte, y que los beneficios se repartieran entre sus tres hijos. A Ortega Cano le lega su parte en la ganadería Yerbabuena, mientras que la casa de Chipiona queda en manos de su hermana, Gloria. La finca Los Naranjos es para los dos hermanos de Rocío, y a Amador le deja además una nave industrial. A su ahijado Fernando, hijo de Amador, le ha legado otra nave industrial, mientras que Juan de la Rosa, su leal amigo y secretario, se ha visto beneficiado con el chalé adosado en el que vive, situado en Chipiona, y con algunas joyas.
La heredera universal es Rocío Carrasco: se queda con los derechos de todas las canciones de su madre, con un apartamento en Miami, con la mitad de otro –también situado en Miami, y que la Jurado adquirió con Ortega Cano–, con una finca entre Chipiona y Rota y con las joyas.
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