THE BALE (BALI, INDONESIA)
Si las bulliciosas playas de Nusa Dua no son santo de nuestra devoción, tenemos a nuestra disposición esta piscina cliclópea, cargada de majestuosidad. Y el servicio es impecable, lo cual es muy de agradecer, especialmente a la hora del aperitivo, el gin-tonic time.
The Bale, o una forma muy interesante de entender el turismo moderno. En nuestra villa, la piscina privada no sabe de interiores. Sales y aceites para cuerpos hechos al lujo y el placer. Afortunados quienes lo descubran…
EVASON (TAILANDIA)
Telas blancas y perfiles de bambú para un lugar mágico. La piscina nos recibe al llegar, nada más dejar atrás la recepción. La perspectiva nos juega una mala pasada cuando una palmera aparece entre las aguas.
Puket sigue vivo, como ejemplo de turismo de calidad en una isla que sigue siendo un ejemplo de integración de culturas, pueblos y valores.
DINAROBIN (ISLA MAURICIO)
La paz propia del budismo en forma de hotel. Las flores caen sobre los símbolos de nuestro particular mestizaje cultural. La música chill out funciona como una cúpula de cristal irrompible porque sus pilares son eternos. Una especie de amor eterno que se convierte en la sintonía arrítmica de nuestra vida… Es el querer estar donde ya estamos.
POSADA SANTA QUITERIA (SORIA)
Somaen ha pasado del olvido a la plenitud. Una manera perfecta de entender el nuevo turismo rural. La vida tiene otro ritmo en ese pueblo semiolvidado de Soria. Su pequeña piscina es un ejemplo más de la calidad de este alojamiento. Diseño y rehabilitación se dan la mano para el buen funcionamiento de un escondite de ensueño.
LOS SEISES (SEVILLA)
En la calle Segovia, en el tercer patio del Palacio Episcopal, a los pies de la Giralda, se encuentra una de las piscinas más deseadas de Sevilla. El nombre del hotel hace referencia a una de las tradiciones más bellas de la ciudad: el baile que realizan los niños seises, que son diez, ante el Santísimo. Sus trajes barrocos y la música que acompaña el rito lo convierten en una escena irrepetible.
De noche, cenar en la terraza, con la visión de la Giralda iluminada, no se puede describir. Es algo para recordar. En la tarde, desde la piscina, cuando el sol cae por Doñana y todos los tejados parecen de oro, la vida se ve de otra manera…
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