La supuesta tumba del apóstol fue encontrada, como seguramente ignora hoy la mayoría, en el año 814, en tiempos de Alfonso II el Casto, uno de los reyes más notables de la primera Reconquista, impulsor del arte asturiano. Precisamente uno de sus méritos mayores fue la creación del primer camino de peregrinación al lugar, desde Oviedo y por unos paisajes abruptos y de excepcional belleza. Construyó en el trayecto albergues y hospitales, y declaró a Santiago patrón de España, siguiendo a Beato de Liébana, que había llamado al apóstol
cabeza refulgente y dorada de España
defensor poderoso y patrono nuestro.
El hallazgo del sepulcro del apóstol tuvo tal repercusión fuera de España, que en Francia se consideró a Carlomagno su descubridor, y desde muy pronto se organizaron peregrinaciones desde más allá de los Pirineos, a lo largo de la cornisa cantábrica.
Psicológicamente, el primer camino y los demás desempeñaron un papel clave en el fortalecimiento de la lucha contra la invasión islámica. Pues se trataba, en efecto, de una lucha muy desigual entre España y Al Ándalus, en la que el triunfo de una entrañaba la ruina total de la otra. Y también tuvo la ruta un papel económico y cultural de primer orden: impulsó el comercio, el asentamiento de gentes de las más diversas procedencias, la formación de ciudades, la transmisión artística, etc., sobre todo cuando, al dominarse plenamente el valle del Duero, pudo trazarse un nuevo camino por la meseta, más seguro y llevadero que el del accidentado litoral; y fuera de España los caminos se extendieron hasta Dinamarca, Polonia y los Balcanes. Es posible que Simón de Montfort, hijo del de la cruzada contra los cátaros y padre del parlamentarismo inglés, hiciera el Camino de Santiago y se inspirase para su designio en las Cortes de León, bastante anteriores a dicho parlamento.
Convertido en símbolo de España, el Poema de Fernán González explica que Dios quiso honrar especialmente a esta nación:
Psicológicamente, el primer camino y los demás desempeñaron un papel clave en el fortalecimiento de la lucha contra la invasión islámica. Pues se trataba, en efecto, de una lucha muy desigual entre España y Al Ándalus, en la que el triunfo de una entrañaba la ruina total de la otra. Y también tuvo la ruta un papel económico y cultural de primer orden: impulsó el comercio, el asentamiento de gentes de las más diversas procedencias, la formación de ciudades, la transmisión artística, etc., sobre todo cuando, al dominarse plenamente el valle del Duero, pudo trazarse un nuevo camino por la meseta, más seguro y llevadero que el del accidentado litoral; y fuera de España los caminos se extendieron hasta Dinamarca, Polonia y los Balcanes. Es posible que Simón de Montfort, hijo del de la cruzada contra los cátaros y padre del parlamentarismo inglés, hiciera el Camino de Santiago y se inspirase para su designio en las Cortes de León, bastante anteriores a dicho parlamento.
Convertido en símbolo de España, el Poema de Fernán González explica que Dios quiso honrar especialmente a esta nación:
De Inglaterra e Francia quisola mejorar
Ca sabet que non yace apostol en todo aquel logar,
por lo cual
Asi sodes mejores cuantos en España morades
homes sodes sesudos.
Santiago tuvo la mayor relevancia en la moral militar. El grito de combate de la Reconquista –y aún siglos después– fue "¡Santiago!" o "¡España!", o la combinación "¡Santiago y cierra España!" ("cierra", en el sentido de "acomete" o "carga"). A ese grito cargaron los húngaros, por disgusto con los imperiales, en la batalla de Mühlberg contra los protestantes alemanes.
La leyenda de la predicación de Santiago en España debe de ser muy antigua, pues ya en época visigoda es citada sin que se le diera especial relevancia, como cosa sabida. La llegada de sus restos a Galicia se habría hecho en un barco de piedra, relato típicamente mítico. La parte no mítica, la predicación de Santiago en España y el traslado de sus restos a ella, carece de documentación de la época y, aunque no imposible, parece improbable con los datos hoy disponibles. Aunque no debe olvidarse que de la época de la primitiva difusión del cristianismo queda una documentación exigua: se destruyó mucho material escrito en las distintas persecuciones y después, a la caída del Imperio de Occidente. De hecho, lo que sabemos sobre el propio Imperio Romano proviene en general de copias de libros hechas en la Edad Media.
Pero desde, el punto de vista histórico, lo que expresa la leyenda es justamente el espíritu de la Reconquista. En fin, Santiago y sus caminos llegaron a ser, en muchos sentidos, la columna vertebral de la reconstitución de España después de su pérdida en 711, tras la invasión beréber-árabe, y tal hecho no debe quedar diluido en vagas y generales invocaciones a la "amistad", la "universalidad", la "solidaridad" (siempre sin explicar con quiénes), el "pluralismo" o un "europeísmo" cuya raíz cristiana tampoco está de moda mencionar, a pesar de su evidencia histórica y aun actual, y más en relación con la ruta jacobea.
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La leyenda de la predicación de Santiago en España debe de ser muy antigua, pues ya en época visigoda es citada sin que se le diera especial relevancia, como cosa sabida. La llegada de sus restos a Galicia se habría hecho en un barco de piedra, relato típicamente mítico. La parte no mítica, la predicación de Santiago en España y el traslado de sus restos a ella, carece de documentación de la época y, aunque no imposible, parece improbable con los datos hoy disponibles. Aunque no debe olvidarse que de la época de la primitiva difusión del cristianismo queda una documentación exigua: se destruyó mucho material escrito en las distintas persecuciones y después, a la caída del Imperio de Occidente. De hecho, lo que sabemos sobre el propio Imperio Romano proviene en general de copias de libros hechas en la Edad Media.
Pero desde, el punto de vista histórico, lo que expresa la leyenda es justamente el espíritu de la Reconquista. En fin, Santiago y sus caminos llegaron a ser, en muchos sentidos, la columna vertebral de la reconstitución de España después de su pérdida en 711, tras la invasión beréber-árabe, y tal hecho no debe quedar diluido en vagas y generales invocaciones a la "amistad", la "universalidad", la "solidaridad" (siempre sin explicar con quiénes), el "pluralismo" o un "europeísmo" cuya raíz cristiana tampoco está de moda mencionar, a pesar de su evidencia histórica y aun actual, y más en relación con la ruta jacobea.
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