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Guillermo Dupuy

Sí al Corredor Mediterráneo

a está bien de ver en esta encomiable infraestructura la entrega de una zanahoria a una Administración regional sediciosa y golpista.

En la antigua Roma se trataba al mensajero en función del mensaje. Hoy en día hay quienes valoran el mensaje en función del mensajero. Así, ha bastado que los nacionalistas catalanes estén entre los que reclaman la culminación de llamado Corredor Mediterráneo para que algunos no nacionalistas vean ese encomiable proyecto inacabado con recelo, incluso como una forma de satisfacer o aplacar a los separatistas.

Lo cierto es que hace bien Ciudadanos al no caer en ese error y al exigir al Gobierno de Rajoy que impulse el Corredor Mediterráneo, tanto como hacen mal, rematadamente mal, quienes ven en la construcción de esta doble vía ferroviaria, que discurrirá desde la frontera francesa hasta Algeciras, una forma de intentar contentar al secesionismo catalán. Ya está bien de confundir la Generalidad con Cataluña y de que toda inversión en esa parte irrenunciable de España tenga que pasar por las manos de su Administración autonómica. Ya está bien de ver en esta encomiable infraestructura la entrega de una zanahoria a una Administración regional sediciosa y golpista, que sólo merece palos pero no en la cabeza de los ciudadanos catalanes o, menos aún, de los ciudadanos valencianos, murcianos o andaluces.

No se puede renunciar a que ciudades tan importantes como Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia o Málaga tengan la mejor conexión ferroviaria entre sí y con el resto de Europa por el hecho de que los golpistas catalanes formen parte de los muchos partidos políticos y asociaciones empresariales de toda la España mediterránea que respaldan este corredor de viajeros y mercancías que cuenta también con el respaldo financiero de la Unión Europea.

Con independencia de las distintas versiones que hay de este proyecto inacabado, y cuyos orígenes, por cierto, son muy anteriores al desafío secesionista iniciado en la Diada de 2012, el eje Algeciras-Estocolmo, que alcanza los 3.500 kilómetros, conectará a 245 millones de ciudadanos, lo que supone el 53 por ciento de los habitantes de la Unión Europea y el 66% del Producto Interior Bruto europeo. Esto es lo que justifica o debe justificar que Rajoy haya considerado al Corredor Mediterráneo como una "prioridad política, económica y social", y no la nula necesidad de contentar a quienes sólo tienen ojos para un ilegal proceso de construcción nacional que sólo satisface a sus delirios identitarios.

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