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Guillermo Dupuy

Rajoy cumple el compromiso... de Rubalcaba

Es lógico que el felón que nos gobierna haya pactado con Rubalcaba una posición común ante Bruselas contra la austeridad que otrora defendiera el PP.

Es lógico que el felón que nos gobierna haya pactado con Rubalcaba una posición común ante Bruselas contra la austeridad que otrora defendiera el PP.

Me parecería muy bien que Rubalcaba se comprometiera con Rajoy en pro de una política de austeridad y de celeridad en la reducción del déficit público, que, mucho antes de abanderarla Merkel en Alemania, era seña de identidad y compromiso electoral del Partido Popular. De hecho, ese compromiso con la austeridad y con los ritmos de reducción del déficit y el endeudamiento públicos aún fue el que defendió Mariano Rajoy en el debate televisado con Rubalcaba antes de las elecciones generales, en el que el candidato socialista se mostró partidario, por el contrario, de pedir una moratoria de dos años a Bruselas a la hora de reducir los desajustes presupuestarios de nuestro sector público.

Lo que muchos aún no acaban de entender, sin embargo, es que Mariano Rajoy Brey constituye el mayor fraude electoral de la historia de nuestra democracia, y que el actual presidente del Gobierno no va a firmar ningún pacto con otro partido que no suponga un claro incumplimiento del programa electoral con el que ganó la presidencia del Gobierno. Teniendo bien presente este hecho, es del todo lógico que el felón que nos gobierna haya pactado con Rubalcaba una posición común ante Bruselas consistente en frenar las políticas de ajuste que otrora defendiera el Partido Popular. Si Rajoy, lejos de reducirlo, ha disparado el nivel de endeudamiento dejado por Zapatero, y si en lugar de atajar el déficit lo ha maquillado, estos silenciados incumplimientos electorales le arrastran a hacer suyo el compromiso de moratoria liderado por Rubalcaba.

Tampoco nos extrañe que, una vez que Rajoy ha conseguido que las ayudas a la banca no le contabilicen como déficit en el 2012, ahora pretenda que tampoco contabilice como déficit el gasto público pretenciosamente dirigido a la inserción laboral de los jóvenes. Rubalcaba estará encantado con esto, como también lo estará de ver a Rajoy, como otrora hiciera Zapatero, pedir al BCE que "arrime el hombro" y que "abra el grifo del crédito", un crédito que se están merendado los Gobiernos manirrotos como el nuestro y que no tiene más base que la propia monetización de deuda.

Es el contenido de este "acuerdo europeo", y no tanto el hecho de quiénes los suscribe, lo que lo convierte en una traición a las señas de identidad del PP. Y lo seguiría siendo aun si, en lugar de suscribirlo con Rubalcaba, Rajoy lo suscribiera con los irresponsables Gobiernos de Italia y Francia, cosa –dicho sea de paso– que no es en modo alguno incompatible.

Lo que ocurre es que algunos sólo tienen ojos para el incumplimiento electoral que supuso la brutal subida de impuestos; incumplimiento que, a diferencia del déficit y del endeudamiento, es ciertamente mucho más difícil que pase inadvertido. Pero ojalá fuera esta la única traición que Rajoy ha protagonizado: desgraciadamente, esta ni siquiera se reduce a su irreconocible y fracasada política económica.

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