Los de Podemos ya dejaron de manifiesto que su prioridad no eran los parados y los desahuciados, precisamente, cuando, nada más concluir las elecciones del 20-D, pusieron como condición sine qua non para participar en una coalición de gobierno la celebración de un ilegal referéndum secesionista en Cataluña. Lo volvieron a dejar claro, semanas después, cuando, al margen del Ministerio de Política Social, reclamaron para sí la Vicepresidencia del Gobierno y las carteras de Economía, Defensa e Interior. Pero quizá haya sido este lunes, al pretender que la Vicepresidencia en manos de Iglesias asuma el control directo del Centro de Investigaciones Sociológicas, el Centro Nacional de Inteligencia, el Boletín Oficial del Estado y la Secretaria de Estado de Comunicación, cuando los comunistas disfrazados de populistas transversales han dejado más claramente en evidencia lo secundario que les resulta el llamado "bienestar social" frente a sus ansias de poder.
Se dirá que lo de Podemos es mucho pedir para tener solo el 20% del electorado; pero como ya venía a decir Lenin en defensa de cosas mucho más violentas que una propuesta abusiva de pacto de gobierno, "sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía y, sólo después, conquistar el poder". Los podemitas, como viejos leninistas que son, aspiran a ser la vanguardia de esa dictadura del proletariado que ellos ahora denominan democracia real, y no pretenden ser mayoría para alcanzar el poder, sino que pretenden alcanzar el poder para llegar a ser algún día mayoría o, más exactamente, para que no haya necesidad de mayoría alguna.
Por otra parte, los podemitas saben que, mientras el PP siga empecinado en votar en contra del PSOE, los socialistas sólo podrán alcanzar la Presidencia del Gobierno gracias a ellos y a los separatistas, valga la redundancia. Y que esto seguirá siendo así aunque se celebrasen unas nuevas elecciones, por lo que no nos extrañemos de que presionen al PSOE pidiéndole el oro y el moro.
Ya podrá el PSOE rechazar el peaje y asegurar que Iglesias "no sabe ni donde está ni qué papel le corresponde en este momento". Pero quienes no saben ni quién es Pablo Iglesias ni lo que representa Podemos son todos aquellos que no terminan de descartar cualquier acuerdo con estos viejos leninistas que, una vez alcanzado el poder, harán todo lo que esté en su mano para no tener nunca más que compartirlo.