Visto que estos casi tres meses que han transcurrido desde el 20-D, más que para acercar posturas, han servido para enconarlas, ya sólo la conciencia de lo poco que serviría la celebración de unas nuevas elecciones generales podría llevar a evitarlas. Y es que, aunque a los medios de comunicación, lógicamente, les guste destacar los cambios que señalan las encuestas sobre lo que los españoles votarían ahora, lo cierto es que tampoco con los datos que ofrecen esos sondeos se podría lograr la formación de ningún gobierno si no cambian las actitudes de los distintos partidos políticos.
Buen ejemplo de ello nos lo muestra una de las encuestas más recientes, que también es una de las que, aparentemente, más diferencias muestran entre lo que los españoles votaron el 20-D y lo que votarían ahora. ABC la publicaba hace un par de semanas con un titular tan llamativo como "El PP retrocede doce escaños en un mes y Podemos adelanta al PSOE en votos". Lo cierto, sin embargo, es que el retroceso del PP respecto del 20-D se reduciría a cuatro escaños, que son exactamente los mismos cuatro escaños que Ciudadanos sumaría a los 40 que tiene actualmente.
En cuanto al PSOE, pasaría de 90 a 84 escaños, pero seguiría estando en representación parlamentaria por delante de Podemos, que pasaría de 69 a 75 diputados. El hecho de que Podemos supere en la encuesta en votos al PSOE no se traduciría en mayor número de escaños debido a las circunscripciones y a la moderación que la fórmula D'Hondt impone al sistema proporcional.
Si la suma de escaños PSOE-Podemos seguiría, por tanto, siendo de 159 escaños, la suma de diputados PSOE-Ciudadanos seguiría siendo prácticamente la misma: de 130 pasaría a 128.
Sin duda el debate de investidura que se ha celebrado esta semana habrá modificado algo el caricaturesco inmovilismo que, en el fondo, muestra esta encuesta. Seguro que de aquí a la previsible convocatoria de nuevas elecciones mucho puede cambiar la posición relativa de los distintos partidos políticos. Pero, por mucho que el futuro –también el inmediato– esté siempre abierto, es harto dudoso que unas nuevas elecciones sirvan para desatascar la situación de una forma distinta a como se podría desatascar ahora.
Ante esta perspectiva, habrá quien se acuerde de Bélgica y de lo bien que le sentó, en términos de crecimiento económico y de creación de empleo, el año y medio que estuvo con un gobierno en funciones. Pero no nos engañemos. En nuestro caso, el hecho de que no se disipe la posibilidad de un frente popular está ahuyentando de España a los inversores desde finales del año pasado. Eso, por no hablar de un secesionismo catalán que no pierde comba y al que, si no ha parado un gobierno con mayoría absoluta, menos aun lo va a hacer un gobierno en funciones.