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Guillermo Dupuy

No son prisioneros de una guerra perdida

¿De cuando acá “lo esencial” en la justicia o injusticia de una excarcelación depende de lo que ETA nos haya anunciado hace dos años?

Entre las medias verdades y rotundas falsedades que Fernández Díaz pronunció en su comparecencia al alimón con el ministro de Justicia tras conocerse la despreciable sentencia del muy politizado Tribunal de Estrasburgo figura ésta:

La sentencia no afecta a lo esencial: hace dos años que ETA anunció el cese de la actividad terrorista y que lo hizo porque ha sido derrotada por el Estado de Derecho.

¿De cuando acá "lo esencial" en la justicia o injusticia de una sentencia y de una excarcelación depende de lo que nos hayan anunciado hace dos años los criminales de una banda terrorista que siguen sin ser detenidos? ¿A santo de qué recordarnos lo que ETA anunció hace dos años, que fue cualquier cosa menos la asunción de una derrota, y no recordar las veces que ETA ha vuelto a matar después de anunciarnos el cese de su actividad terrorista?

Con todo, lo verdaderamente esencial en esos momentos era recordar que Inés del Río fue condenada en 1987 a 3.828 años de cárcel por ser autora de 24 asesinatos y que la sentencia de Estrasburgo pretendía excarcelarla, como así ha sido, cuatro años antes del tiempo máximo de permanencia en prisión que regía en el momento de perpetrarlos y de ser juzgada.

Los presos de ETA no son presos políticos, pero tampoco son prisioneros de guerra. Y menos aún de una guerra que den por perdida. No son miembros de un ejército enemigo con el que puede ser lícito adquirir compromisos de liberación a cambio de la asunción de su derrota y del cese de hostilidades. En ese caso sí puede haber una paz negociada y dialogada y con intercambio de prisioneros al margen de la legislación penal, porque la guerra a la que se trata de poner fin también ha transcurrido al margen de la misma.

Inés del Río, sin embargo, no mató a ningún combatiente. Asesinó a 24 personas inocentes que tienen derecho a que se les haga justicia, deber "esencial" y principal función de los Estados. Nada más abyecto que distinguir entre precios políticos y penitenciarios para así eludir el deber de proteger las fronteras más preciosas que son aquellas que nos configuran como Estado de Derecho y las que nos garantizan que se nos hará Justicia.

Desde que el 24 de mayo de 2005 lo desvelara El País, y dos días después lo confirmara Fernando Savater, sabemos que Zapatero, "por una tregua cuanto antes", estaba dispuesto, entre otras cosas, a "dar una salida a los presos". ¡Quién imaginaria por aquellas fechas que los veríamos salir gobernando el PP! Vamos, como para que no lo celebren.

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