La tentación totalitaria se alimenta de la pulsión cainita. De nada servirá al PSOE resistir la tentación de la alianza con Podemos si no es capaz de superar la obsesión anti PP. Lo digo porque algunos sólo parecen tener ojos para ver las resistencias de destacados dirigentes del PSOE a un pacto entre Sánchez e Iglesias, sin acordarse de que esos mismos barones socialistas también están en contra de que su partido favorezca con su abstención un nuevo Gobierno del PP.
Así las cosas, seguimos abocados a unas nuevas elecciones, exactamente igual que lo estábamos el día después del 20-D. Y si ese escenario es malo para Pedro Sánchez, lo es también para cualquier otro socialista que aspire a sustituirlo al frente del PSOE, incluida Susana Díaz. Y es que nada apunta a que unas segundas –o terceras– elecciones generales fueran a desatascar la posibilidad de formar un Gobierno en España mientras persista la negativa del PSOE de favorecer un Gobierno presidido por el PP, y viceversa.
En el PSOE parece que hay mucho miedo a gobernar con Podemos, pero, por lo visto y oído, no tanto como para dejar que gobierne el partido más votado. Es como el hipócrita temor del PP al frente popular/separatista, que tampoco es tan grande como para evitarlo dejando que Sánchez gobierne con el apoyo de Ciudadanos.
Personalmente, yo seguiré temiendo a Podemos mientras al frente del Gobierno de la nación haya gente como Rajoy o Pedro Sánchez. Más vale una vez rojo –nunca mejor dicho– que ciento amarillo. Sigo pensando que no hay que renunciar a la regeneración por temor a la revolución. Sin embargo, quienes consideran que no es necesaria tan amarga medicina para regenerar a nuestros grandes partidos nacionales tendrán que reconocer que ni Rajoy ni Sánchez parecen dispuestos a sacrificarse en modo alguno con tal de evitárnosla.