Bajo el título "El gran discurso de Pablo Casado que irrita a la izquierda mediática", acabo de escuchar en nuestro periódico un discurso que el recientemente nombrado vicesecretario de Comunicación del PP pronunciara allá por el año 2008, cuando ostentaba la Presidencia de Nuevas Generaciones de Madrid. Se trata de un alegato, ciertamente, espléndido; pero que, más que a la izquierda, debería irritar a los traicionados votantes del irreconocible partido de Rajoy. Y es que pocas cosas ofrecen mayor contraste que lo que Casado reivindicaba en aquel mitin y lo que ha hecho el Gobierno del PP en estos casi cuatro años de mayoría absoluta.
Empezaba su intervención un jovencísimo Casado haciendo una crítica al "pesebre de las subvenciones" que le hubiera venido como un guante a la lluvia de millones en subvenciones que el Gobierno de Rajoy anunció hace nada, a escasos diez días de las últimas elecciones autonómicas y municipales. Enternecedora también su reivindicación de "menos funcionarios y más emprendedores", "menos burocracia y más libertad", de la "eliminación del IRPF para los mileuristas", si tenemos en cuenta que Rajoy se ha dedicado como nadie a apuntalar nuestro sobredimensionado sector público a costa de un endeudamiento y una presión fiscal sin precedentes, incluida la que sufren los mileuristas.
Fantástica reivindicación de internet y crítica de Casado a los "amigotes de la SGAE" de Zapatero, que también nos recuerda que una de las primeras cosas que hizo el Gobierno del PP fue dar la razón a la ministra Sinde y mantener la mordida de esas nuevas amistades compartidas.
¿Y qué decir de la mención especial que Casado hace en ese discurso a Manuel Pizarro, empresario y político liberal, digno ciertamente de elogio, pero que Rajoy defenestraría nada más alcanzar la Presidencia del Gobierno? ¿Y qué decir de su también explícita crítica al aborto?
Oportuna también la reivindicación de "la civilización occidental y de la globalización", que nos recuerda que Rajoy ha mantenido todos los compromisos del aquel invento zapateril de la alianza de civilizaciones. Otro tanto se podría decir de la ardorosa crítica de Casado al intervencionismo del Estado en todos los ámbitos, incluidos el sanitario y el educativo, que Rajoy ha mantenido como fiel continuador de Zapatero. Al oír a Casado reivindicar abiertamente el cheque escolar, me pregunto si Rajoy sabía entonces o sabe ahora qué es eso. ¿Y qué decir de la crítica de Casado a la regulación del salario mínimo o de su defensa de una reforma de nuestras pensiones?
Habida cuenta de que el entonces presidente madrileño de Nuevas Generaciones no incluyó en su disertación ninguna crítica al endeudamiento público, al muro que separa la España seca de la España húmeda o a las cesiones financieras a los nacionalistas, no le recordaré que, también en esto, hemos tenido una tercera legislatura de Zapatero bajo siglas del PP.
Lo que no me voy a dejar en el tintero es la emotiva reivindicación que Casado hacía de los "héroes" como Miguel Ángel Blanco, frente a quienes ensalzan a "asesinos como el Che Guevara". Formidable observación y plausible crítica de Casado a la política "antiterrorista" de Zapatero, que a nadie llevaría pensar que la mayor excarcelación de presos etarras y la más continuada burla a la todavía vigente Ley de Partidos se produciría después, bajo un Gobierno del PP.
En definitiva, que los "principios e ideales" que Casado reivindicaba tan lucida y abiertamente en aquel lejano y formidable discurso como "único medio de conquistar el futuro de los españoles" es, en realidad, una insuperable denuncia de la corrupción ideológica que sufre y seguirá sufriendo el PP mientras lo lidere una persona como Rajoy, y con absoluta independencia de quién sea su encargado de comunicación.