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Guillermo Dupuy

Insultos y perdones

Creo que de todas las críticas que ha recibido Garcia Serrano por sus insultos a la consejera de sanidad catalana, la que más debería haber conmovido y aliviado a esta última es la que ha pronunciado el propio García Serrano.

El periodista Eduardo García Serrano ha recibido innumerables críticas e insultos por llamar "guarra, puerca y zorra" a la consejera catalana de Sanidad, Marina Geli, a raíz de una web y un folleto en los que se instan a los menores de edad a experimentar prácticas sexuales de todo tipo, como la masturbación, sexo oral o las prácticas homosexuales.

Creo que de todas las críticas que ha recibido el periodista por sus insultos, la que más debería haber conmovido y aliviado a la destinataria de los mismos es la que ha pronunciado el propio García Serrano. El periodista, que asegura que nada más pronunciar esos insultos "comenzaron a pesarme en la conciencia, en el corazón y en el alma", se acusó a sí mismo, y ante las mismas cámaras en las que se les escaparon los improperios, de haber "vulnerado un espacio ético y moral que un periodista no debe sobrepasar jamás, que es el de calificar a la persona, dejando al margen los hechos". Para un sinceramente arrepentido García Serrano "las personas están más allá, en su mismidad como personas, de los hechos" por lo que se sintió obligado, en "su doble condición de hombre y de católico", a pedir a la Sra Geli, repetida y sinceramente, perdón.

No creo que García Serrano "dejara al margen los hechos" cuando se le escaparon los insultos contra la Sra. Geli. Tan sólo reaccionó con una irreflexiva y reprobable –aunque sí perdonable– grosería ante el repugnante destino que la Sra. Geli da al dinero de los contribuyentes para que los catalanes aprendan, ya desde su minoría de edad, a desligar de manera radical la sexualidad de la educación sentimental.

No estoy muy seguro de compartir con García Serrano, tampoco como católico, que "las personas están más allá, en su mismidad como personas, de los hechos". En cierto sentido, por el contario, creo que a las personas se les puede conocer por sus actos. Como se dice en la Biblia "por sus frutos los conoceréis".

Es precisamente por ello por lo que por pedir perdón, sin que nada, salvo su sentido del honor y su conciencia, se lo exigiera, y por algo que él –como yo– piensa que está mal, creo conocer un poco más a García Serrano. También por la indignación que le provoca –y que yo comparto– la "educación" que en este terreno se está dando no sólo en Cataluña y no sólo a través de una determinada consejería.

Aunque a la Sra. Geli la conocía aun menos que a García Serrano, creo también saber ahora algo más de ella sabiendo qué es lo que financia y promociona. Es precisamente esto, y no lo que yo pueda decir sobre ella, y menos aun con insultos, lo que la califica, aunque sea al margen de la dignidad como persona a la que García Serrano puede referirse.

En cualquier caso, no quiero terminar sin decir que aun estamos a la espera de que Pilar Bardem pida perdón al compañero de Libertad Digital al que llamó "hijo de puta". También estoy a la espera de que Víctor Manuel pida perdón al portavoz de la Conferencia Episcopal, Monseñor Juan Antonio Martínez Camino, al que también llamó lo mismo. Aguardo igualmente a que la ministra de Igualdad denuncie en sede parlamentaria al político del PSC que llamó "mala persona", "mal follada" y "cínica" a la directora de TV3. Tambien me gustaría que el director de la Noria pidiera perdón a los sacerdotes católicos por explicar su oposición a la masturbación con un "no te toques, no te toques, que ya te toco yo".

Visto lo visto hasta ahora, aquí parece que la legitimidad para insultar es patrimonio de la izquierda. Lo que es seguro es que estos últimos no parecen tener la misma dignidad hacia sí mismos y hacia los demás que ha demostrado tener García Serrano tanto con su indignación como con su sincera petición de perdón por la forma de manifestarla.

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