Aún no había caído el Muro de Berlín. Ni la Unión Soviética. Por la tele echaban programas como El precio justo, El perro verde y Los Mundos de Yupi. Quien estas líneas escribe era un joven imberbe de apenas 13 años, en plena edad del pavo, que daba más disgustos que alegrías a sus padres con sus notas de Octavo de EGB.
Corría el año 1988. Los Lakers de Magic Johnson ganaban en la NBA, Perico despertaba a los españoles de sus siestas en el mes de julio y también se nos caía la baba con los Stefan Edberg, Steffi Graf y Boris Becker.
Eran otros tiempos, casi del Pleistoceno. Era la época de Hugo Sánchez, Buyo, la Quinta del Buitre, Futre, Salinas.... Y ya por aquel entonces, Ángel María Villar era presidente de la Federación Española de Fútbol, en sustitución de un José Luis Roca que, a su vez, relevaría en el cargo a Pablo Porta —el "Pablo, Pablito, Pablete" al que atizaba, día sí, día también, José María García—.
Por increíble que parezca, el dirigente vasco aún sigue pegado a su poltrona federativa 29 años después. Pero no sólo eso, sino que Villar ha ido adquiriendo más poder en las esferas del júrgol internacional hasta llegar a ser, paralelamente, vicepresidente de la FIFA —manejando el cotarro arbitral impunemente— y, durante unos meses, presidente interino de la UEFA hasta la llegada al cargo del esloveno Aleksander Ceferin.
Siempre se ha dicho, medio en broma, medio en serio, que a Villar no lo echan ni los GEO. Pero puede que los agentes de la UCO —la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil— sí hayan empezado allanar el camino de su salida con su detención, junto a la de su hijo Gorka y algunos de sus acólitos en el ente federativo.
Ángel María Villar, el presidente eterno. El dirigente que ha sobrevivido a dos reyes en España (Juan Carlos y Felipe). Si esto fuera Juego de Tronos, Villar sería Jaehaerys Targaryen, el rey más longevo de Poniente que dominó los Siete Reinos durante cinco décadas. También ha sobrevivido a tres papas (Juan Pablo, Benedicto y Francisco). E incluso ha superado a Cándido Méndez, el longevísimo secretario general de la UGT entre 1994 y 2016.
No es baladí el asunto. ¿Habrá llegado su fin con esta detención? A Villar le han pillado con el carrito del helado y tal vez en esta ocasión no logre irse de rositas. Lo veremos, pero todavía tenemos un largo camino judicial por delante...