Tempus fugit. Seis semanas han pasado desde que el Real Madrid sufriera su última derrota en el Bernabéu ante el Atlético. Desde entonces, todo victorias para Ancelotti y los suyos. Ya van nueve. Y goleadas. A porrillo. Muchos restaban mérito a los blancos: que si abusaban de rivales de poca entidad -con todos mis respetos- como Deportivo, Elche, Basilea...
Cierto. Pero también los blancos ganaron hace un mes al Villarreal, con más oficio que brillo, en su partido más práctico de la temporada. Y esta semana, en la prueba del algodón con la visita a Anfield y el clásico, todo ha salido a pedir de boca. Summa cum laude. Tras arrollar a un Liverpool que en nada se parece al de antaño, el Madrid ha pasado por encima del Barça, sobre todo en una gran segunda parte.
Enorme una vez más Benzema, sin duda el mejor del clásico. Como también Isco, que fue quien se fabricó la jugada del definitivo 3-1 (obra precisamente del Gato de Lyon) y se acabó llevando un beso en el cuello de su entrenador. Qué decir de James y Marcelo. Mención especial merece el colombiano, que, después de haber generado muchas dudas al inicio de temporada, poco a poco va ganando físico -y sobre todo confianza- para empezar a justificar los 80 millones que el Madrid ha pagado por él. A día de hoy, pocos se acuerdan ya de Di María. Tampoco demasiado de Xabi Alonso, pese a que Toni Kroos aún debe recuperar su mejor nivel después de haber ido de más a menos.
Este Real Madrid, posiblemente uno de los mejores de la última década, tuvo entre sus virtudes la paciencia. El equipo se va pareciendo cada vez más al de la recta final del pasado curso. Sobre todo en Champions, con aquella exhibición en Múnich que ridiculizó la posesión de Guardiola. Pinta bien el equipo de Ancelotti, al que de nuevo hay que tener en cuenta para todo después de sus titubeos al inicio del curso.
¿Y el Barça? Aunque los culés acorralaron a su rival durante muchos minutos de la primera parte y estuvieran cerca de lograr un 0-2 que, tal vez, habría matado el clásico, se acabaron viendo superados por un rival que impuso su empuje y calidad para acortar distancias en la pelea por el liderato. Sólo Mascherano aprobó en un equipo donde casi nadie estuvo a la altura. Si acaso algo también Luis Suárez, teniendo en cuenta que era su primer partido oficial en cuatro meses. Aunque dejó algún que otro detalle de calidad, al uruguayo se le vio falto de forma. Lógico. Toda una sorpresa que el delantero estuviera en el once del Barça, de donde Luis Enrique sacó a Jordi Alba y Rakitic. Y para decepcionante la actuación de Messi, Iniesta, Busquets y Xavi. Por no hablar de un Gerard Piqué que, hoy por hoy, es una broma de jugador.
La Liga se aprieta con la victoria de un Madrid que, después de sus últimas dos exhibiciones en tres días, volverá a tener mucho que decir.