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Siria y Ginebra 2

Depositar muchas esperanzas en la reunión prevista para fines de noviembre es comprensible. Pero reunirse por reunirse sirve para muy poco.

Depositar muchas esperanzas en la reunión Ginebra 2, prevista para fines de noviembre, es comprensible, dada la situación generada por la guerra en Siria. Pero reunirse por reunirse sirve para muy poco.

Que cualquier avance en el terreno diplomático es urgente lo atestigua no sólo la evolución del conflicto sino los efectos colaterales del mismo en los países de la región. El proceso de verificación de los inspectores de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas ha quedado bloqueado, pues no han podido acceder a dos importantes instalaciones, dada la intensidad de los combates en la zona. La guerra avanza y el activismo de los rebeldes, y en particular de los yihadistas, se acentúa, con ataques terroristas en la zona del Gran Damasco y el efecto inmediato que produce en términos de refugiados y desplazados. Que la ONU acabe de cifrar en alrededor de 2.000 el número de grupos rebeldes combatiendo al régimen de Bashar al Asad, y con frecuencia combatiéndose también entre sí, no sólo hace más compleja la guerra y más difícil la labor humanitaria, sino que también obstaculiza Ginebra 2, porque muchos de estos grupos no ven utilidad alguna en sentarse a negociar cuando creen que pueden derrotar al régimen.

En el entorno inmediato, la guerra sigue haciendo también estragos. En el Líbano, donde el número de refugiados es ya tal que casi uno de cada cuatro habitantes del país es sirio, los sangrientos enfrentamientos armados en la localidad norteña de Trípoli son consecuencia directa del conflicto vecino. En Irak, la dinámica de enfrentamientos internos entre suníes y chiíes venía de atrás, pero el conflicto sirio la ha intensificado: los atentados se suceden a diario, más de 650 personas han muerto violentamente desde principios de octubre y más de 5.300 desde principios de año, el número de refugiados sirios sigue incrementándose y el de terroristas yihadistas que cruzan la frontera común también. Jordania se ve igualmente afectada por la guerra, y con un 60% de su población de origen palestino ha tenido que rechazar los intentos de entrada de miles de palestinos asentados en Siria que huyen de los combates.

Este es el panorama general sobre el que se producen los esfuerzos para, primero, lograr que Ginebra 2 tenga lugar, objetivo buscado durante meses por Washington y Moscú, y, segundo, que tenga alguna utilidad, por pequeña que sea. El problema no es sólo que los rebeldes yihadistas ya han amenazado de muerte a todo el que ose participar en dicha reunión, sino que un actor cada vez más importante como Arabia Saudí rechaza la celebración de la misma. La misma Arabia Saudí que se ha permitido la arrogancia de rechazar un puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU porque considera inútil este órgano.

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