Uno de los argumentos clásicos a favor de las democracias frente a las dictaduras y las monarquías autoritarias era que en ellas no existían los espacios opacos al escrutinio de los ciudadanos. Esta superioridad moral ha quedado refutada en muchos Estados por los hechos. Si antes los pueblos se enteraban de los fallecimientos de sus reyes cuando llegaba un mensajero a caballo, ahora se enteran cuando la oficina de la presidencia tiene a bien enviar un comunicado oficial. El presidente Woodrow Wilson sufrió un infarto cerebral en 1919 que le incapacitó para ejercer su cargo, pese a lo cual su esposa, su vicepresidente y su Gobierno mantuvieron la ficción de que seguía sano y mintieron al pueblo. De la misma manera, François Mitterrand no informó a los franceses de su cáncer.
Ahora le ha ocurrido a la superviviente de la pareja real de Argentina, Cristina Fernández. Su marido, el expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), falleció en octubre de 2010 en su residencia particular por sorpresa, dado que se negó a cumplir las instrucciones de sus médicos. Los portavoces de su viuda acaban de anunciar, también por sorpresa, que está afectada por un hematoma en el cráneo y que tendrá que guardar un mes de reposo.
Este anuncio reanima las especulaciones sobre la salud de Fernández de Kirchner y su estado mental. Ahora se unen otras preguntas, como por ejemplo si se encontrará en condiciones de concluir su mandato, hasta diciembre de 2015.
Pero estamos ante los Kirchner, una pareja que ha dado muestras de dominar el juego marrullero de los peronistas y su cinismo, que pasa de enriquecerse con las leyes fiscales de la dictadura militar a aliarse con las Madres de la Plaza de Mayo, de nombrar como jefe del Estado Mayor General del Ejército a César Milani, implicado en la represión, a acoger al exjuez Baltasar Garzón como última víctima del franquismo.
La presidenta lleva vestida de negro riguroso casi tres años, al igual que la Pasionaria, para mover a la pena a sus seguidores y desarmar a sus adversarios. Las primarias de agosto pasado fueron una derrota para su Frente para la Victoria y anticipan un desastre en las elecciones parlamentarias del día 27. El proyecto Cristina eterna, que se resume en modificar la Constitución para permitir nuevas reelecciones, quedará desbaratado, pero es que los peronistas y otros poderes influyentes ya intuyen el cambio del viento que hasta ahora soplaba a favor de la presidenta y de sus muchachos de La Cámpora.
Pese a lo que establece la Constitución en su artículo 88 sobre la asunción por el vicepresidente del poder ejecutivo en caso de enfermedad del presidente, Amado Boudou, implicado en escándalos de corrupción, todavía no lo ha hecho. ¿Se repetirá la vacancia venezolana, en que Chávez gobernaba su país desde una clínica cubana?
Bien puede que estemos ante una maniobra de los Kirchner para alejar a su matrona de la hecatombe electoral que se acerca y poder culpar exclusivamente a los candidatos y, a la vez, apelar al voto de la lástima. Todo es posible en una Argentina cada vez más cerca del Caribe.