Romey no quiere que los demócratas sean los guardianes de la seguridad nacional de Estados Unidos. Después de unos malos comienzos, con los asuntos internacionales prácticamente ausentes de su campaña electoral, con la criticada reacción ante las primeras noticias del asalto a la embajada de El Cairo, y con la difusión de un vídeo poco afortunado para alguien que aspira a ser uno de los hombres más poderosos del mundo, Romney ha pasado a la acción. Por supuesto, también tratando de rentabilizar y aprovechar su "victoria" sobre Obama en el primer debate presidencial.
Romney ha lanzado una ofensiva con un primer gran discurso sobre política exterior en el Instituto Militar de Virginia. Como era de esperar, Libia y el ataque en el que murió el embajador Chris Stevens tuvieron gran protagonismo. Romney aprovechó para poner en entredicho la política de Obama en la región y su leading from behind, que no ha podido aplacar el odio antiamericano. Pero también aludió a las informaciones que se van conociendo sobre los errores de inteligencia en el ataque contra el consulado norteamericano en Bengasi, y a los confusos relatos de los hechos de la Casa Blanca, más preocupada por la campaña del presidente que por la seguridad nacional, lo cual acarreó graves consecuencias en este caso.
El papel de Estados Unidos en el mundo, su liderazgo y su poder, con el que Obama nunca acabó de sentirse cómodo, fueron igualmente abordados por el candidato republicano. Exceso de retórica y poca apreciación de la realidad es lo que se ha podido ver con Obama en lo relacionado con Oriente Medio, región que recobra para los republicanos todo el protagonismo: Israel –como principal aliado de la región–, Irán –la gran amenaza–, Irak –la oportunidad perdida tras la abrupta retirada de las tropas, a finales de 2011, y la incapacidad del presidente de negociar con Bagdad el mantenimiento de un pequeño grupo de apoyo y de fuerzas especiales– y Siria –donde apuesta por ayudar a rearmarse a la parte de la oposición con la que comparte valores–.
Romney se ocupó igualmente de la utilización de los drones, que en cualquier caso no pueden sustituir a toda una estrategia de seguridad nacional; de Al Qaeda, que no ha sido derrotada, a pesar de la muerte de Ben Laden, y de la necesidad de unos presupuestos de defensa fuertes para sostener el liderazgo norteamericano.
Le faltaron, sin embargo, detalles y especificidades sobre esa nueva estrategia hacia Oriente Medio. Y suscitó alguna que otra duda, como por ejemplo cuando habló de "la profundización en la crítica cooperación con los países del Golfo". Y, por supuesto, visiones más a largo plazo y más amplias geográficamente. ¿Y Asia?
Lo más destacable del discurso es que busca ser un contrapeso a aquellos que hablan de la debilidad y del declive de Estados Unidos, y de su retirada de los asuntos del mundo. Veremos los beneficios que reporta al candidato republicano.