El asunto, teatralizado últimamente a la perfección, es simplicísimo.
Primer acto: los Estados Unidos, dirigidos por el clarividente Obama que anunció su campaña en un discurso del estado de la Unión populista à la Chávez (que paguen los ricos, yo defiendo a los humildes, etc.), emprendieron con la crisis medidas de estímulo (=gasto) embarcándose en una expansión crediticia ilimitada pero salvando al mundo.
Segundo acto: el FMI, cuyo mayor contribuyente es precisamente EEUU, mandado por quien decía cuando era ministra francesa que el problema europeo era que Alemania tenía una economía basada en la producción y Francia otra fundada en el consumo siendo la virtud del término medio que Alemania fuera un poco más francesa, aporreó a Europa con apocalípticas cifras de crecimiento (=decrecimiento) sacando la inevitable conclusión.
Desenlace: Sometida Europa a la quiebra de países y no compañías, su respuesta tímida y mojigata debió haber sido eficaz y permisiva como la americana. ¡Pinta ya dinero en la pared!
Merkel se resiste:
“Yo actúo según mi leal saber y entender. Viví 35 años en un país que, gracias a Dios, (…) no pudo sobrevivir debido a su incapacidad económica y política, (…) barrido del mapa por el anhelo de libertad de la gente (…)"
Hoy Europa todavía representa el 7% de la población mundial. Si no cerramos filas, (…) nuestras convicciones apenas se oirán. Es ese ideal europeísta de paz, valores y bienestar lo que me impulsa (…), por eso no quiero que los europeos nos conformemos con pasar la crisis a trancas y barrancas. No quiero una Europa que sea un museo donde se arrumbe todo aquello que algún día fue bueno, sino una Europa que tenga éxito creando cosas nuevas. Me consta que para mucha gente esto supone cambios muy importantes, por eso tenemos que apoyarnos mutuamente. Pero si nos amilanáramos ante estos esfuerzos, si nos limitáramos a mantener un mero trato de cortesía los unos con los otros y diluyéramos todos los planteamientos reformistas, sin duda le haríamos un flaco favor a Europa.”
Este camino será más duro que el elegido por otros, pero es el único posible, además del correcto. El único posible porque si Alemania rechaza esta presión, no solo de opciones político-económicas enterradas por la realidad como la socialista keynesiana, sino de todos unos Estados Unidos, ya sean capitidisminuidos por Obama, será porque puede. Y es el correcto porque permitió a Alemania salir de la crisis mejor que nadie.
El ajuste es imprescindible, pintar dinero en la pared lleva a las inflaciones americana del 3% e inglesa del 4,2% sin fomentar el crecimiento (1,7% y 0,1% respectivamente). El problema económico mundial no es Europa, que mejorará si culmina sus reformas, sino los desequilibrios americanos. Su deuda pública alcanzará un nivel griego en porcentaje, 112 según su amigo el FMI para 2013, superándolo con creces en términos absolutos.
Merkel, aguanta, Obama cállate. Y nosotros a lo nuestro, que es hacerlo lo mejor posible, y rezar por el resultado.