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Como mantener el liderazgo norteamericano

la fortaleza de la máquina militar norteamericana –y por lo tanto su capacidad de proyectar fuerzas por el mundo para defender sus intereses– depende hoy en día de la capacidad de la economía norteamericana para recuperarse.

El 5 de enero Obama presentó, en sólo ocho páginas, la nueva "orientación estratégica de la defensa". Un documento carente de detalles específicos y sujeto a varias interpretaciones, aunque con una primera gran conclusión: la fortaleza de la máquina militar norteamericana –y por lo tanto su capacidad de proyectar fuerzas por el mundo para defender sus intereses– depende hoy en día de la capacidad de la economía norteamericana para recuperarse. Aunque aún no hay cifras oficiales se prevé que se recorten unos 490.000 millones de dólares de aquí al 2021 en cuestiones de defensa.

Obama presentó el documento en el Pentágono, en una conferencia de prensa poco habitual, siendo la primera vez que un presidente norteamericano participa personalmente en la presentación de un documento de este tipo. Algo que tiene mucho que ver con que 2012 es un año electoral, y que Obama desea ahuyentar las críticas republicanas de que su administración ha sido débil en cuestiones de seguridad nacional.

En términos geoestratégicos, el documento reorienta sus esfuerzos hacia la región de Asia-Pacífico, y más concretamente China, un movimiento más reactivo que proactivo, y que no es tampoco nuevo. El continente lleva en la agenda de Washington muchos años al ser el centro económico mundial y en el futuro posible centro político. Ya hace unos meses la secretaria de Estado, Hillary Clinton, publicó un artículo en Foreign Policy titulado: "America´s Pacific Century". En él se identificaban cinco áreas en las que involucrarse en la región, desde la seguridad hasta el comercio, los derechos humanos y la democracia. Áreas de particular importancia para las pequeñas naciones del Sudeste asiático que Clinton también visitó.

En cuanto a los asuntos militares propiamente dichos, el documento menciona la necesidad de revisar programas, recolocar recursos, reajustar las fuerzas, reformar las instituciones y procedimientos del Departamento de Defensa. Reconoce los desafíos que suponen los programas de modernización militar de otros países. Hace el diagnóstico de la actual situación pero no dice cómo tratarlo.

Obama se limita más que nada a formalizar la actual estrategia del Pentágono. Confirma la búsqueda de una estructura militar que lleve a cabo una operación a gran escala en una región con la capacidad de reaccionar a un posible segundo agresor. Pero ya desde hace tiempo los militares norteamericanos no tienen capacidad suficiente para luchar en dos conflictos regionales al mismo tiempo y Afganistán (2001) e Irak (2003) son un ejemplo. También se reafirma la tendencia de tener menos "botas en el terreno", más fuerzas especiales, inversión en sistemas aéreos no tripulados y ciber-defensa.

Todo ante la incertidumbre de lo que pasará en el futuro, sin olvidar las próximas elecciones norteamericanas, futuros cambios en el liderazgo en China y Corea del Sur, además de la volatilidad en la transición en Corea del Norte. En resumen: énfasis en China, tecnología, y calidad sobre cantidad. Según Cordesman, es precisamente lo mismo que hizo Donald Rumsfeld cuando era secretario, aunque los que miran fascinados a Obama ahora se escandalizaban ante aquél y Bush.

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