La gestión de Carmen Chacón en la guerra en Afganistán acumula un error tras otro. Hace pocos días tuvo que ser el portavoz de la OTAN el que regañara públicamente a un miembro de la organización, lo que constituye un hecho histórico sin precedentes. Y antes, durante y después del ridículo ante la OTAN, Chacón ha llevado a cabo una política suicida, denunciando el coste que para la misión internacional tienen los errores militares norteamericanos. Cualquiera que conozca la situación en el país sabe que se trata de una guerra sucia, donde los talibanes se esconden entre civiles y donde el escrupuloso respeto a las reglas por parte de Estados Unidos no evita que, de vez en cuando, se produzca la muerte de inocentes.
Aun así, Chacón sigue enrocada en el dogma progresista de culpar a Estados Unidos de poner en peligro la misión en el país afgano con sus errores. Pero esta inconsistente actitud tiene un problema: es absurdo e irreal creer que esto siempre les pasará a los demás y no a uno mismo, y Chacón mostró una ceguera de la que tarde o temprano tendría que dar explicaciones. Con su obsesión con Estados Unidos, además de causar problemas diplomáticos, la ministra ponía a los militares españoles, y a sí misma, en una delicada posición, que no ha tardado en estallar.
La semana pasada, las tropas españolas mataron por error a un miembro del ejército afgano. El militar se acercó demasiado y demasiado rápido a un convoy español y nuestras tropas abrieron fuego contra el vehículo que conducía. Ni era un talibán ni un terrorista suicida con un coche bomba, pero los soldados no tuvieron más remedio que abrir fuego. El resultado, un inocente muerto: un daño colateral.
Un desgraciado incidente en una desgraciada situación, si no llega a ser porque la ministra de Defensa había previamente elevado este tipo de situaciones a categoría política. Tanto tiempo criticando la muerte de civiles por parte de los Estados Unidos y ahora son las fuerzas españolas las que cometen los errores que Chacón lleva criticando con dureza. Ahora son los españoles los que cometen los errores que según la ministra ponen en peligro la reconstrucción afgana y la misión internacional.
¿Y ahora qué? ¿Va a acusar Chacón a los militares españoles de lo mismo que acusa a los americanos? Si le hacemos caso, nuestros soldados estarían "socavando la misión en Afganistán". Y si ésta lo considera –como nosotros– un desgraciado pero comprensible error, debiera repasar su punto de vista estratégico sobre Afganistán, las tropas aliadas y los daños colaterales. Estamos hablando de algo muy serio como para guardar silencio y tirar balones fuera, porque no se trata ya de la coherencia de la ministra, sino de la confianza en nuestras tropas.
Chacón debería aclararse, sobre todo porque es probable que la cosa pueda volver a repetirse y son sus soldados a los que está extendiendo la sombra de la sospecha. En su próxima comparecencia –seguro que como de costumbre alfombrada por Gobierno y oposición– no estaría mal que explicase si sigue pensando lo mismo sobre los errores militares en Afganistán o si en los últimos días ha cambiado de opinión.