Hablar de corrupción hoy no es nada original ni chocante. Tampoco creo que resulte atractivo ni ameno para el lector que sólo busca en la lectura sosiego o un refugio del panorama informativo que padecemos a diario. Pero no creo que, ante la gravedad de los hechos de nuestra vida pública, debamos imitar al avestruz. Creo que en el término medio podremos encontrar una posición que evite el malestar y la desesperanza. Al mismo tiempo, podremos conseguir un equilibrio personal y una perspectiva que nos ayude a orientar nuestras acciones en la buena dirección.
Cuando, al comenzar el día, conectamos algún medio de comunicación, nos tropezamos inmediatamente con la palabra corrupción. No importa mucho el tipo de la misma, ni las personas envueltas en cada caso, ni el lugar. Asociada a cada caso aparece una investigación policial y, lógicamente, la judicial correspondiente. Cada una con sus propias peculiaridades. Eso sí, en general, las actuaciones están siempre condicionadas por el origen de la corrupción o el presunto sujeto.
No recuerdo la fuente, pero creo que al día de hoy hay unos 1.600 casos de corrupción judicializados. Supongo que esta cifra representa una parte de todas las corruptelas reales. Haciendo un sencillo cálculo, podemos estimar en treinta los casos existentes en cada provincia.
Si a todo lo anterior añadimos el tipo de corrupción (económica, judicial, política, policial, etc.) y el nivel de influencia de los corruptos, creo que podemos convenir que este mal condiciona e impide un normal funcionamiento de nuestra vida, tanto en el ámbito público como en el privado. España entera padece una gangrena que afecta a todo su ser. A su geografía, a sus instituciones y a sus representantes más genuinos.
¿Cuál es el origen de esta situación? ¿Cómo corregir esta deriva sin fin?
Con frecuencia se oye que siempre ha habido corrupción; ciertamente, y seguirá habiéndola; pero tengo mis dudas de que existiera en tal cantidad ni en tan altos niveles; tampoco creo que esa justificación pueda ayudarnos a corregir y mejorar.
La prevención y la corrección deben ser los pilares de la mejora, pero ¿quién, cuándo y cómo?
Con frecuencia expreso una idea que, admito, puede ser errónea, pero la expongo como una hipótesis, eso sí, apoyada en unos hechos reales. El mayor atentado de la reciente historia de Europa, el de los Trenes de Cercanías, podría constituirse en la madre de todas las corrupciones. Alguien podría rebatir que este atentado sea un caso de corrupción. Acepto el reto, pero después de mi exposición.
Globalmente podemos afirmar, sin riesgo de equivocarnos, que un atentado de tal magnitud, de tan alto nivel técnico y de tal precisión, no fue cometido según nos narran en la versión oficial. Tampoco es concebible que los hechos atribuidos a los que están en prisión no hubieran podido evitarse, dada su condición de confidentes policiales. ¿Podría simularse el mismo atentado con los tres condenados por su participación, como autor material uno y los otros dos como colaboradores necesarios? Después de esta concisa exposición, no tengo el menor reparo al afirmar que el atentado no se evitó por la existencia de algún tipo de entramado político o policial, o ambos combinados. No creo que los condenados tuvieran los conocimientos y la experiencia necesarios para burlar a unos cuerpos de seguridad avezados en la lucha contra el terrorismo.
Después del atentado hubo una información descoordinada y poco acertada de los cuerpos de seguridad, la autoridad judicial y los representantes políticos. Éstos imputaron a ETA unánimemente. En pocas horas modificaron la imputación hacia lo que salió en la paupérrima y exigua sentencia.
La instrucción judicial pasó por alto la desaparición inmediata de los trenes, la falta de identificación de los artefactos, así como la no incorporación al sumario de los análisis realizados y escamoteados por los Tedax. Tampoco se realizó el contraste debido a las falsas pruebas (furgoneta Renault Kangoo y mochila de Vallecas) que propiciaron una sentencia sin autores.
¿Alguien puede negar que los ejemplos que anteceden no son casos de corrupción política, policial y judicial? ¿No fue a raíz de este atentado cuando se extendieron y agudizaron las corrupciones que padecemos? Si así fuera, el 11-M se podría denominar "la madre de las corrupciones de hoy".
P.D.: Firma en Change.org la petición para que se investigue el 11-M.