"Cree a aquellos que buscan la verdad: duda de los que la han encontrado" (Adré Gide).
Acabamos de conmemorar el décimo aniversario de la matanza de casi doscientos inocentes en la Comunidad de Madrid. No olvido a los heridos de toda índole, difíciles de cuantificar y evaluar. Ha habido actos conmemorativos para todos los gustos. Quiero expresar que el tipo de conmemoraciones de aquella triste jornada fue tan variopinto que cubrió casi todas las expectativas.
Permítanme como víctima situarme en un ángulo que me impida visualizar el conjunto de los escenarios. De cualquier forma, quiero agradecer sinceramente a todos los organizadores su deseo de recordar a las víctimas. También creo de justicia agradecer -una vez más- el comportamiento de todos los que trabajaron y se entregaron para paliar los males de la masacre.
Mi atención se ha focalizado este año en cuatro actos que han tenido relevancia. Dos de ámbito nacional y otros dos de ámbito local, en Alcalá de Henares.
El primero de ellos fue el funeral de Estado celebrado en la catedral de la Almudena de Madrid. En él pudimos ver, además de los altos dignatarios de las instituciones, a las víctimas y sus representantes. También pudimos constatar la ausencia de personas que tuvieron un notable protagonismo en aquella fecha inolvidable. Todo ello encaja en la lógica de los hechos.
Sin duda, la homilía del cardenal Rouco Varela tuvo gran relieve. En la prensa suscitó todo tipo comentarios, incluso silencios. Más importante que la actitud de la prensa me parece la reacción que dicha homilía pueda producir en las víctimas, en la sociedad y en los responsables de investigar los hechos e impartir justicia. Copio textualmente dos párrafos de ella: "Hubo alguien, hubo personas que con una premeditación escalofriante estaban dispuestas a matar inocentes, a fin de conseguir oscuros intereses del poder". "No sabemos exactamente cuáles fueron los propósitos e intenciones últimos de los que pensaron, programaron y ejecutaron los atentados de Atocha; lo que sí resulta claro es que no podrán neutralizar y menos anular los frutos de nueva y redimida humanidad". No creo necesario añadir comentario alguno.
La víspera se celebró un acto conmemorativo del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo en la sede de las Comunidades Europeas de Madrid. La Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M ostentó la representación española; en su nombre, Eloy Morán tuvo una emotiva intervención. Comentó sus vivencias personales en el tren en el que viajaba y llamó su atención sobre la ausencia en el acto de otras asociaciones españolas de víctimas del terrorismo. El núcleo del discurso giró en torno al hecho de que, pasados diez años, sólo sabemos el número de víctimas mortales, el número aproximado de heridos y poco más. Las causas judiciales en curso han tenido que ser promovidas por las propias víctimas, cosa que hacen con gusto y que seguirán haciendo hasta conocer la verdad de lo ocurrido. Creo que esta intervención tampoco ha recibido el debido trato informativo.
En Alcalá de Henares, una de las ciudades víctima del atentado, hubo dos actos: el oficial, promovido por las autoridades municipales, y otro oficioso, organizado por un grupo de víctimas del 11-M; éste se celebra mensualmente desde septiembre de 2006.
El acto oficial revistió un carácter extraordinario, pues a los actos habituales de cada año se unieron el cambio de nombre de la Plaza de la Estación y la simbólica suelta de globos por niños nacidos en 2004. La plaza se llama desde ahora Plaza del 11 de Marzo. La palabra víctimas, incluida en la petición ciudadana, ha desaparecido por voluntad de nuestros ediles. Una fecha en sí no explicita todo lo ocurrido ese día. Mi agradecimiento a la corporación municipal por no olvidar lo inolvidable.
En la concentración vespertina del décimo aniversario se presentaron, por medio de una herramienta informática, los resultados de una campaña de recogida de firmas dirigida al Gobierno, al Congreso y a la Audiencia Nacional. La petición tiene por objeto investigar los atentados del 11-M. Casi 56.000 firmas avalan esta petición, con el fin de hacer la justicia pendiente, regenerar las instituciones y sentar las bases para prevenir otro crimen de lesa humanidad. La petición ha encontrado repuesta en sesenta y seis países, en todas las provincias de España y, lo más significativo, casi diez mil personas explican los motivos para apoyarla. Transcribo un ejemplo reciente:
Para saber, no tu verdad ni mi verdad sino, LA VERDAD.
En breve se cursará formalmente esta petición.
Esta crónica del décimo aniversario del 11-M nos muestra señales, aparte de mi esperanzada ingenuidad, de que las tinieblas que envuelven estos crímenes no van a lograr que los diez años de impunidad tiendan hacia el infinito. La sociedad va observando destellos de la verdad que nos ocultan las instituciones.