Lo siento un poquitito por Rivera,
a quien voté hace tiempo, ciertamente.
Ha sido una debacle contundente,
letal, indiscutible y puñetera.
Pero ha hecho bien Albert: no se atrinchera.
Dando la cara, ha dicho que lo siente.
Se marcha y se acabó. Sencillamente.
Como no puede ser de otra manera.
Me duele un poco más por sus votantes
y por sus resignados militantes,
gente leal, activa y algo incauta.
En fin, que lo de anoche fue un percance.
Y yo he de confesar que, en este trance,
lo siento sobre todo por Girauta.