Pierdes predicamento a borbotones;
pierdes tus matrimonios por despido,
pierdes el buen humor que no has tenido,
y pierdes tus antiguas sugestiones.
Pierdes tus ricos fondos de inversiones;
pierde votos el PSOE, tu partido;
pierdes el buen tipito que has lucido
y pierdes de callar las ocasiones.
Pierdes tu chulería, tus redaños,
tu vieja mala leche sibilina,
tus trucos, tus manejos, tus engaños...
Y, en fin, Felipe, al verte se adivina
que, con la decadencia de los años,
tendrás también tus pérdidas de orina.