Nos quitarán las casas, lo primero.
Luego, también, los planes de pensiones.
Después nos quitarán los chuletones,
e incluso las mollejas de cordero.
Nos quitarán los viajes en crucero,
las charlas exclusivas de varones,
el plástico, el azúcar, los aviones
(excepto el Falcon, claro)... y el dinero.
Nos quitarán también la cocacola,
la lengua castellana o española,
las fiestas de guardar, los acertijos...
Nos quitarán los toros y la caza,
tomar el solecito en la terraza...
y no les quepa duda que los hijos.