
Begoña Villacís, junto a otros dirigentes de Ciudadanos, acudió a la manifestación del 1 de Mayo, convocada por CCOO y UGT.
Voté por el naranja, voté por Ciudadanos.
Sin fuego ni entusiasmo, sin júbilo ni ardor.
Voté porque eran limpios y no bolivarianos.
Por eso y por la cosa (también) del mal menor.
No fui (ni soy) iluso. Sé bien por quién me inclino.
No ignoro sus defectos, que tienen cantidad.
En serio. No comulgo con ruedas de molino.
Mi voto es reflexivo, no acrítica lealtad.
Con tal de ser el centro, las gentes de Rivera
a diestros y a siniestros pretenden complacer.
Y a muchos ese equívoco nos crispa y exaspera.
Ejemplo claro de eso resulta lo de ayer:
Manifa, Uno de Mayo. Los viejos liberados,
con sus banderas rojas, pidiendo subvención.
Hastío en las consignas. Vejez en los estrados.
Hedor en las pancartas. Aroma a corrupción.
Y en medio del hatajo viejuno y corrompido,
resalta, qué sorpresa, Begoña Villacís,
cercada por algunos colegas del partido.
Begoña, guapa, cuéntame: ¿a qué contribuís?
Voté por Ciudadanos. Voté. Tiempo pretérito.
Ahora nuevamente me habréis de convencer.
A ver si de aquí a junio, mostrándome algún mérito,
me olvido del bochorno patético de ayer.