Entre otros temas de más enjundia, esta semana se ha hablado de las infortunadas gracietas del portavoz Simón sobre las enfermeras, que han provocado un aluvión de críticas entre los guardianes de la moral progresista, entre los que se incluye el PP de Casado.
Pero Simón es perro viejo, y no ha dudado en pedir perdón por su conducta, cosa que a algunos nos ha dado mucho más repelús que sus chocarrerías de baja estofa.
Nuestros poetas no han creído necesario dar su opinión: se han limitado a ilustrar el suceso con sendas décimas espinelas:
OS PIDO PERDÓN, IRENE
por Fray Josepho
Perdón, Magna Inquisidora
del Santo Género, Irene.
Mi culpa es que tengo pene
(herramienta destructora),
y a partir del pene aflora
mi proceder machirulo.
Mas... sabed que me atribulo
y a vuestras plantas me postro.
Si queréis, cruzadme el rostro,
o bien, azotadme el culo.
PASE POR ESTA VEZ
por Monsieur de Sans-Foy
–Yo te perdono, Fernando,
(dice Irene, la Marquesa,
cuya alcurnia le atraviesa
con ecos de ordeno y mando)
–Te salvas porque eres blando,
y de izquierdas, además...
¿No pecaron los demás?
¡Hasta Pablo azotaría
las nalgas a cierta tía!
Piénsalo y no peques más.