El debate sobre la seguridad de las vacunas lo ha zanjado esta semana Pedro Sánchez, que compareció en televisión para decir lo siguiente:
Las cuatro vacunas han mostrado niveles adecuados de eficacia y seguridad. En España disponemos, de momento, de las tres primeras, pero quiero subrayar que todas, todas son seguras.
Y claro, las palabras del presidente han tenido un impacto directo en nuestros poetas.
HABLÓ SÁNCHEZ
por Fray Josepho
Yo me iba a vacunar, tranquilamente,
para evitar el cóvid virulento.
Estaba decidido, tan contento,
feliz, esperanzado y obediente.
Incluso me sentía ya impaciente,
por recibir en mí el medicamento.
Ansiaba que llegara ese momento
del breve pinchacín benevolente.
Y entonces habló Sánchez y nos dijo
que las vacunas todas son muy buenas,
y más inofensivas que el gazpacho.
En ese mismo instante, a punto fijo,
se heló, Mesié, la sangre de mis venas...
¡A mí no me vacunan ni borracho!
QUÉ IMPORTA SÁNCHEZ
por Monsieur de Sans-Foy
Fray Josepho: ¡si tu credo,
si tu brújula y tu estrella
siempre han sido la botella!
¡Lo demás te importa un bledo!
Tú vacúnate sin miedo,
que si Dios, que es Uno y Trino,
le hace un siete a tu destino
con un plan más elevado,
nuestro tráfico rimado
ya lo haré con Luis del Pino.
Sánchez ha tocado fondo.
No se cree lo que dice
ni un ministro ni una vice
ni el Pitagorín sabihondo
que llaman Iván Redondo.
Pedro excreta una sonrisa
y alguien va y lo televisa,
¡pero, audiencia, no hay ninguna!
Yo me pongo la vacuna,
y Sánchez, que diga misa.