![¿Qué hacer con el cuñado podemita en Navidad? - Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy ¿Hay que tragar quina y aguantar sus giliprogreces sin protestar, para no estropear la concordia navideña? ¿O hay que pasar al ataque?](https://s.libertaddigital.com/images/trans.png)
Toda familia española que se precie tiene un cuñado podemita. Es un dato confirmado por el Instituto Nacional de Estadística. Y en estas entrañables fiestas es inevitable compartir mesa y viandas con él. Muchos lectores nos preguntan cómo deben enfrentar este penoso hecho. ¿Es mejor ignorar al cuñado, como si no existiera? ¿Es preferible fingir que estás de acuerdo con todo lo que dice? ¿Hay que tragar quina y aguantar sus giliprogreces sin protestar, para no estropear la concordia navideña? ¿O hay que pasar al ataque?
El caso es que nuestros poetas esta semana han escrito unos poemas de servicio público, para aconsejar a los lectores de Libertad Digital cuál debe ser su comportamiento con el cuñado podemita. Lo malo es que no se han puesto de acuerdo, así que hay consejos divergentes.
Ustedes verán qué opción toman. En cualquier caso, les deseamos una muy feliz Navidad.
AMARAS AL CUÑADO, TAMBIÉN EN NAVIDAD
por Monsieur de Sans-Foy
Si empieza a criticar la Monarquía,
tú te haces el que asiente, y con un guiño
descorchas la botella de albariño.
Que beba hasta dejarla bien vacía.
Después, le tocará al capitalismo:
fingiendo comprender sobremanera,
le enchufas una copa de ribera...
y al poco, la rellenas de lo mismo.
Entonces te saldrá con Cataluña,
y tú, con frialdad escandinava,
le endiñas una crátera de cava,
y vuelta a rellenar si se enfurruña.
Al postre, es de prever que te saldrá
con Franco y sus andanzas de difunto...
y tú, sin discutir sobre el asunto,
le calzas una copa de coñá.
Ciñéndote al programa con esmero,
sería tan insólito que asombra
no verle ya decúbito en la alfombra.
Le arropas... y hasta el año venidero.
CONSEXOS PARA TRATAR AL CUÑADO PODEMITA
por Fray Josepho
Hodie quiero en mis coplas, ya que es Natividad
(la fiesta que celebra toda la Christiandad),
prevenirvos, hermanos, de una eventualidad.
Cuidatvos del cuñado. Vos lo digo en verdad.
En todas las familias tenemos de visita
al consuetudinario cuñado podemita,
marido de Teresa, tu hermana favorita.
Tenello como huésped de veras te encabrita.
¿Qué hacer? ¿Tragar saliva? ¿O armarte de pasciencia?
¿Tomallo como purga, castigo o penitencia?
¿O debes plantar cara con toda contundencia
tratando de fodelle su mísera existencia?
Propongo, en estas fiestas que marca el almanaque,
passar a la offensiva. Ponello siempre en jaque,
e non dexar crescerse a aqueste badulaque.
¡Dexatvos de defensa! ¡Passemos al ataque!
Tratad, con disimulo, sentados a la mesa,
de echalle por ençima la salsa bearnesa.
E mientras se la limpia su cónyuge, Teresa,
comed los langostinos: ¡facedlo bien apriesa!
Decid, a grandes voçes, que Vox es colosal,
que sodes muy forofo de Santiago Abascal.
Que lo de Andalucía, magnífica señal,
augura que la isquierda ya toca a su final.
Reídvos del Coletas, e de su chorba Irene,
e del chalet de luxo que la parexa tiene.
Dexad que se sulfure. Dexad que se envenene.
Y ved cómo un cabreyo grandísimo le viene.
Si vuestra madre, santa, vos pide que haya paz
rogándovos, penada, que non fabléis mordaz,
pedid tantas disculpas como seáis capaz.
Pero a los diez minutos, mostradvos pertinaz.
Cantadle villancicos, cómo no, al Agnus Dei,
lisonjead con júbilo el discurso del Rey,
e al cuñado, otrosí, regaladle un jersey
de color roxo e gualda, como manda la ley.
E si el cuñado fabla de sus podemiteces,
decitle, destemplado, que son xilipolleces.
Apurad vuestra copa de vino hasta las heces.
E reítvos de nuevo. E ansí todas las veces.