La bella María Victoria Álvarez, Vicky, ha hecho más por el futuro del país que centenares de politicastros. También hay que dar las gracias a los miembros de la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal), que son unos tíos chachis. Por ellos aquí no aparece Jordi Pujol solo en calidad del político que más daño ha hecho a Cataluña en los últimos cincuenta años. Aquí sale porque presuntamente es el ejemplo perfecto de lo que una colla de criminólogos y juristas venimos predicando desde hace una década: que los ladrones y defraudadores vayan menos a la cárcel y que devuelvan más el dinero robado, con intereses.
A Jordi, el defraudador confeso, cada vez molt des-honorable, al que un puñado de excéntricos nombraron Español del Año, y él agradeció el premio, siendo la madre del separatismo –me niego a escribir "el padre"–, puesto que él lo parió, le consta que con 84 inviernos que tiene no irá al trullo, por muy mal que se le pongan las cosas. El Gobierno de España no tiene cárceles geriátricas para ahorrarse los pañales de la incontinencia, pese a que los defraudadores y ladrones son cada vez más carrozas.
A Jordi Pujol lo que hay que hacerle, si lo suyo se prueba en un tribunal, es que devuelva el dinero defraudado, con intereses, aunque le dé un síncope a la Ferrusola.
Jordi, que tantas veces ha sido honrado por el rey abdicado Juan Carlos I y por cuantos presidentes del gobierno bajo su reino en España han sido, todavía aparenta ser un rey moro, que ni se arrepiente ni devuelve. "Jordi, què fas?". "Yo no me escondo". "Pues, paga, hombre, paga". Forma parte de una familia bajo sospecha que conforma un caso verdaderamente único en la historia penal española. ¿Son los Pujol los Kennedy de Cataluña? Desde luego, porque la inmensa fortuna del patriarca Kennedy es tan turbia e inmensa como la del patriarca Pujol. Jordi, como John, el Elegante, de los Gambino, de NY, también ha estudiado El Príncipe de Maquiavelo.
La exnovia del Junior, otro vicio Kennedy en vez de llamarle Pujolito, afirma que papá Pujol "es un mentiroso patológico". O eso o le ha tangado la herencia a la hermana –"¿De qué herencia hablas, Jordi?"–.
Como criminólogo no tengo otra que admirar a Vicky, esa morenaza de ojos oscuros con un gancho tan grande que ha sido capaz de obnubilar a un príncipe del Juego de Tronos que ha sido la política catalana de las últimas décadas.
Es una testigo de cargo de una solidez y contundencia que ha derribado de un hachazo el imperio del inventor de CiU y la maquinaria para enfrentar a los catalanes, llena de rinconetes y cortadillos. Esa chica que enamora, guapa, con estilo, empresaria, española, ha pinchado todos los secretos del gran timo soberanista: una ideología política para llevárselo crudo. Dice también la glamourosa joven, nuera postiza, que "los Pujol viven obsesionados por el dinero". Y eso que el muy religioso Jordi sabe que es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja. Pero el pecador de la pradera no se arredra: ha puesto y ha quitado gobiernos de Madrid, mientras abría el abismo en Barcelona, donde los castellanohablantes pierden el derecho a educar en su lengua. ¿Por qué se hace ahora el harakiri? Es una inmolación para salvar a sus hijos de posibles imputaciones de evasión de capitales y blanqueo.
La testigo matarreyes afirma que ha visto en el maletero del pujolet fajos de benladens, es decir billetes de 500 euros, propios de defraudadores y blanqueadores de dinero, camino de Andorra, la suiza del independentista. Jordi Junior, si se demuestra lo dicho, también debe devolver las pelas, para lo que no es excusa que como Tyron Lannister esté traumatizado por el ejemplo de "la monarquía" de su padre, que ya había colocado a Oriol en la línea del trono. Y parece mentira que Artur Mas –el problema es el 3%–, pese a la confesión de ilegitimidad del padrino político, el que le sentó en la poltrona, no haya renunciado ya para irse a casa.
La testigo implacable tuvo una reunión con Alicia Sánchez Camacho, gracias a la cual el PP retrocede en toda Cataluña, y aunque le confesó el tejemaneje de los falsos Kennedy ni política ni socialmente pasó nada. Pero Vicky, que los tiene bien puestos, es ahora, por méritos propios, la triunfadora de todos los platós de TV.