En estos días la momia de Prim protagoniza el mayor misterio desde la resolución del célebre crimen. La Comisión de Investigación encontró los restos cadavéricos del general Juan Prim y Prats como un sueño de Howard Carter con Tutankamón: completamente momificados y conservados de forma excelente, aunque los encargados de tutelarla decían que estaba en muy mal estado.
Menos mal que tomamos las prevenciones del FBI y el fotógrafo Ioannis Koutsourais no dejará con su trabajo que se mienta sobre lo descubierto.
Ahora vemos con sorpresa que el dinero que el ayuntamiento consiguió para arreglar los restos de Prim y exhibirlos en el bicentenario puede haber sido gastado en vano, puesto que publicado el programa de actividades no figura exhibición alguna de la momia restaurada.
A principios de junio está previsto abrir al público en el cementerio reusense el túmulo funerario, pero por lo difundido se entiende que con los ataúdes cerrados y sin que pueda verse su contenido. ¿Entonces para qué se ha empleado el dinero? ¿Por qué no hay fecha de exhibición de la momia?
Hay una responsabilidad histórica ante el pueblo de Reus. El ayuntamiento, en la figura de su alcalde, es el custodio del cuerpo del general, que no tiene descendientes directos.
Una vez resuelto el crimen de forma incontrovertible deberían guardar el cuerpo en condiciones especiales y no de la forma en la que lo estaban haciendo, envuelto en unos plásticos, según la eminente antropóloga forense Marimar Robledo, que advirtió de los riesgos. Probablemente la falta de atención de los responsables provocó las primeras muestras de hongos amarillos, que más tarde fueron encontrados en el cuerpo del general. Ahora se sospecha que el hecho de que la exhibición haya desaparecido del programa de actos, sin previo aviso, puede deberse a que la momia haya tomado el amarillo chillón del cuadro de Los girasoles de Van Gogh. Lo cual no debería ocultarse. El ayuntamiento está obligado a dar explicaciones y mostrar el cuerpo de Prim.
He estado recientemente en Reus, donde he ofrecido una conferencia con entrada libre y gratuita que un bendito grupo de jóvenes lamentó que no hubiera sido convocada con mayor difusión porque muchos interesados se lo han perdido. El propósito era aclarar cuantas dudas y falsedades se vienen difundiendo en esta celebración triste y falta de gloria intelectual que viene siendo el bicentenario de Prim, sin duda porque se ha confiado a gente inadecuada.
Me entero en Reus que Borja Riquer Permanyer, hijo del insigne Martín de Riquer y catedrático de Historia de la Universidad Autónoma de Barcelona, autor de un artículo nefasto en La Vanguardia, en el que difundió el falso bombardeo de Barcelona que se atribuye a Prim, reconoce por carta en privado que estaba equivocado.
En concierto con lo anterior, un enchufado de la Cámara de Comercio levanta infundios y calumnias sobre nuestro trabajo en Reus aprovechando que se coló en un condumio que me ofrecieron en la ciudad esforzada en el que no mostró afán ninguno de conocer la realidad con pruebas, sino que de forma taimada preparaba puñalada de pícaro como el traidor Vellido Dolfos. Es mejor inventarse el mon de Reus, lamiendo siempre las botas del poder. Ahora puede verse su constante ejercicio de genuflexión en el librito que le han sacado para Sant Jordi.
A todo esto se une el artículo impresentable en el Diari de Tarragona de Ignacio Buqueras Bach, un individuo que predica por las televisiones el cambio de horario comercial en España y que al ver lo que ha hecho con Prim, de recorta y pega, y la falsedad del primer párrafo, en el que como Michavilla, sin conocimiento, afirma que Prim es el único catalán que ha sido presidente del Consejo de Ministros de España, demostrando su ignorancia de la historia de Cataluña y de España, hace desconfiar para siempre de que acaso nos convenga un nuevo horario. Mejor que cambien a Buqueras.