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Francisco Pérez Abellán

Hitchcock, vuelve

Un tipo serio, duro, Romano van der Dussen, de 42 años, ha pasado doce en las cárceles españolas por un delito que no cometió.

Un tipo serio, duro, Romano van der Dussen, de 42 años, que ha pasado doce en las cárceles españolas por un delito que no cometió, una de tres violaciones, aunque todavía le achacan otras dos. El caso es que la investigación policial y judicial relacionaba las tres agresiones con un único culpable. De modo que si no cometió la única con prueba científica es muy probable que no cometiera ninguna. In dubio pro reo, en "la España del in dubio pro rico", que diría la letrada Montse Suárez.

Romano, el falso culpable: una obsesión hitchcockiana. Y lo cierto es que en España carece de tradición. No hay mucha preocupación por los inculpados sin causa. Hubo un camionero que fue a la cárcel acusado de ser el asesino de mujeres de Castellón que se descubrió que era Ximo Ferrándiz pero, a pesar de ello, murió sin ser reivindicado. Y un árabe acusado de violación que chupó cárcel por un tubo sin que se demostrara que hubiera sido él. Y lo último: el holandés errante, encerrado por tres agresiones sexuales. Una de ellas, la única en la que había ADN, se ha demostrado que no era suyo y además se sabe que pertenece a un violador británico. El holandés ha salido en libertad, pero se ha comido el marrón debido a una de esas ruedas de identificación que tienen tan mala prensa y en la que el procedimiento puede caer fácilmente, incluso sin intención, en enseñar una foto previa que luego las víctimas recuerdan, o en mil detalles que no permiten presentar a todos los concurrentes con la misma imparcialidad. También la acusación se basó en el testimonio de dos de las víctimas, que al parecer no estaban seguras, pero que tal vez por falta de rigor acabaron señalándole. Piensen por un momento en el escalofrío del posible error: acusado de violador sin serlo. Hitchcock habría hecho una película que sería un aldabonazo y nosotros hemos hecho un estropicio.

La falta de buen periodismo permite que las versiones oficiales lo dominen todo. Mileuristas que copian la papela de la dirección general o el estamento judicial sin pensamiento crítico. Lo que dice la autoridad es lo que vale y no el trabajo de investigación, la comprobación de la noticia por otras fuentes. Los medios endeudados son fácil presa de la peor política. Chitón, todo funciona.

El holandés dice que en cuanto ingresó le dieron una paliza. Su rostro presenta un rictus de amargura. Tal vez siempre fue así, o no, porque los falsos culpables todos tienen telaraña en la mirada. Los peritos introducen la duda. Incluso a nivel general se ha puesto en cuestión el ADN, pero en su caso parece seguro. La justicia debe ser certera si es inocente. No hay ninguna campaña para que se revise su caso y se establezca la verdad. Un asunto triste, largo e injusto. Vaya por delante que un error judicial puede caerle encima a cualquiera y solo la intención de repararlo puede hacerlo tolerable. Una sociedad democrática y libre debe ser transparente. Y uno de los grandes miedos ha sido siempre las acusaciones falsas. En el Ulises de James Joyce uno de los personajes guarda siempre los tickets de transporte por si se comete un crimen poder demostrar que él no ha sido. Romano no llevaba ticket alguno en el bolsillo. Y no entiende muy bien lo que le ha pasado. Excepto que le han amargado la vida, en la playa de Fuengirola, cuando le cortaron la juventud por el tallo con solo treinta años. Y luego fue condenado: extra ecclesiam nulla salus. El Supremo le ha puesto en libertad pero esto no puede quedar así: Romano tiene que sacudirse la sospecha. Necesita revisión. Hitchcock haría una película, pero aquí las películas se hacen para otra cosa.

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