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El guapo del PP suelta un exabrupto

No hay muchos políticos como González Pons que den un puñetazo en la mesa y se propongan que las maltratadas tengan más confianza que miedo a los h. de p.

Tengo a Esteban González Pons por un político sensible, competente, de juicio rápido y verbo fácil. Muchas mujeres que conozco lo consideran un hombre guapo, o, si quieren, "el guapo del PP que estuvo a punto de ser ministro". Y seguramente lo será. Pero esta semana ha soltado un exabrupto llamando h. de p. al que maltrata mujeres.

Un exabrupto es una brusquedad, una incorrección, una grosería o inconveniencia con salida de tono. Resulta que el bueno de Esteban, al saber que de las mujeres maltratadas solo denuncian un veinte por ciento, preso de notable excitación, justamente indignado, con el genio de la bondad que se le supone, se soltó con una frase atolondrada en la que afirmó que deberíamos lograr que la confianza de las mujeres en la sociedad fuera mayor que el miedo que tienen al h. de p. que las maltrata. Lo cual sonó en la TV como un petardo de su tierra.

Fue lo que se dice una coz, una fresca, una impertinencia, una tarascada y hasta una violenta rabotada. No estábamos seguros de haber oído bien. Pero hay quien piensa que tiene más razón que un santo. La oposición lo acusa de no entender que la violencia de género se basa en el desprecio a la mujer y la desigualdad. Y sin embargo, en la gente, el hecho que cala es que esto se prolonga sin fin porque no hay muchos políticos como González Pons que den un puñetazo en la mesa y se propongan que las maltratadas tengan más confianza que miedo a los h. de p. De modo que ha habido mujeres a las que el exabrupto les agrada, les parece un avance ante la contemplación sosa e inactiva de cada uno, mientras se anuncia la subida de víctimas y se cierran los caros observatorios o se cesa al delegado del Gobierno socialista, ya inoperante; un día activista contra la violencia de género, y al siguiente, cargo desaparecido por inútil. Llega el día de la justa indignación, de la pérdida de control, h. de p. maltratadores. Porque en realidad son ustedes tan despreciables que merecen una interjección del presidente y de cada uno de los miembros del partido, de las chicas de juventudes y del propio monarca, si echa una mirada a la página de sucesos.

Conocí a González Pons en un curso de verano de la Rey Juan Carlos, en Aranjuez. Aquel verano tenía verdadera pinta de Cid Campeador contra el machismo. Alto, espigado y fuerte. Es curioso, inquieto y alimenta su sed de aprender. Es capaz de desplazarse a un claustro de profesores para reconstruir sobre el terreno cómo fue la investigación para resolver el asesinato de Prim. Asunto que le fascina. Y que compartimos. Ahora el pelo blanco le da un aire de científico ruso y de enemigo de Putin a lo ajedrecista Kasparov.

Como vicesecretario de estudios y programas del PP, es de lo mejorcito, aunque han tenido que tirar de él, porque no es político al que puedas sentar en el banquillo o meterle en el armario y dejarlo tres partidos sin jugar. Le canta las verdades a la oposición con claridad y desde la altura moral de su fortaleza. A veces como tarascada, y a veces como impertinencia. Fue salir él y resquebrajarse el PSOE, justo por debajo del cuello de Rubalcaba.

Especialmente sensible, le llegan las cosas de los niños, las muertes de especial crueldad y el abuso de los dominadores, que pretenden pisotear los derechos de las mujeres. Esteban se conmueve con cada agresión. Muy a su pesar, con esa cadena de muertes que ya ha superado el número de asesinatos del año pasado por estas fechas, con esa suma de chicas jóvenes, de mujeres de mediana edad y de señoras mayores a las que acosan hasta la muerte los que las maltratan. A lo peor ha sonado la hora de perder las formas y no dominar la indignación. Dejarse llevar y acabar a patadas en el trasero de los h. de p. merecedores de un buen exabrupto. Esteban ya se ha adelantado.

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